Esta vez lo vi primero. Estaba asomado a la barandilla, desde la que se veía un río. Nos encontrábamos en medio de un largo puente de piedra. No llevaba las botas de plataforma que acostumbraba a verle. En vez de eso, calzaba unas zapatillas de deporte que contrastaban con el resto de su vestimenta.-Hola, Emily. Me alegra verte. Estaba preocupado.- Dijo, sin mirarme, en la misma posición en la que lo había encontrado.
-Es casi una ironía que lo digas, puesto que ni te has girado para verme. ¿Cómo has sabido que estaba aquí?
-Siempre noto tu presencia.- Se giró lentamente.- Siento lo de la vez pasada.
Recordé de repente aquella cara monstruosa y me entró un escalofrío. Daniel, que no se había percatado de ello, siguió hablando.
-Verás, poco a poco irás recordando todo.- Tenía en su rostro sombras que no llevaba la otra vez, como si hubiese adelgazado y las mejillas hubiesen emigrado adentro de su piel.- Hay cosas que aún no te imaginas sobre mí, y me duele que todavía no seas capaz de recordarme, aunque haya sido una decisión que tomaste aquel día.
A cada palabra que decía, entendía aún menos las cosas.
-Como no te habrás enterado ni de la mitad de lo que te he dicho, es mejor que sigamos con esos recuerdos.- Volvió a darse media vuelta y se tiró al agua-.
Corrí hacia el borde y vi como caía. Fue directo al fondo y sobre la superficie sólo quedaron las ondas en forma de círculos que provocaron su golpe contra el agua.
Me quedé un rato mirando esas ondas, que fueron apareciendo cada vez más dentro de mi mente.
Estaba en una isla. Era muy pequeña, así que se veía agua por todas partes, y había nativos en sus casas diminutas o trabajando la tierra. Fui atravesando la isla, que a pesar de no ser muy ancha, era larguísima. Me llamó la atención especialmente que hubiera una iglesia en medio de esa isla tan peculiar. Me acerqué cautivada por la decoración que tenía en su exterior.
Entré silenciosa, pero aún así se escuchó la puerta cerrarse. Estaba lleno de personas. Muchas de ellas giraron su cabeza para ver quién había entrado. En el fondo había una pareja. Era una boda.
El novio volteó también su cabeza al escuchar un alboroto cada vez más creciente. Le vi la cara. Era él de nuevo… La mujer con la que se casaba se dio la vuelta y le pude ver el rostro. No se trataba de mi madre, claro que no. Di media vuelta y salí de ahí lo más rápido que pude. Empecé a correr hacia el final de la isla.
Cuando llegué, había un camino alargado de arena que parecía llevar a alguna parte. Me dispuse a seguir ese camino rodeado de agua, cuando rocé algo enterrado en la arena bajo mis pies. Me agaché para recogerlo.
Era un papel viejo y doblado. Lo abrí y leí lo que había escrito. «Si esta tierra no quieres pisar, con cuidado has de andar». No tenía sentido. ¿Cómo iba a andar sin pisar?
Me percaté de que tenía los pies descalzos y que llevaba un vestido blanco con perlas formando espirales alrededor de éste. Cogí un mechón de mi cabello. Estaba muy rizado y abultado, como si acabase de salir de la cama. Era muy extraño.
Volví a pensar a qué podía referirse aquella nota. Como no conseguí encontrarle sentido alguno, probé a poner un pie sobre esa arena. No pasó nada, así que fui a dar otro paso. Pero de pronto el pie apoyado sobre la arena empezó a hundirse. Lo quité a tiempo y caminé varios pasos hacia atrás, aterrorizada.
Miré a mi alrededor, pero no había otra salida, tenía que ir por ahí. Pensé qué podía hacer. Un ruido hizo desviar mi atención de esos pensamientos. Una de las perlas que decoraban mi vestido se había caído y golpeado contra una roca. Me agaché y la cogí entre mis manos.
Entonces sucedió algo extraño. La perla comenzó a brillar, se deshizo en mis manos y se extendió sobre ellas como agua subiendo por una cascada. Y se quedó ahí. Di la vuelta a mis manos, incluso las sacudí, primero con suavidad, luego con más fuerza, pero no se iba.
Se me ocurrió que tal vez pasase lo mismo con los pies. Me senté sobre la arena húmeda y lo intenté. Pasó igual.
Con los pies impregnados de esa sustancia, traté de caminar de nuevo por aquella arena, poniendo por si acaso un pie antes que el otro. Dejé pasar unos segundos, y no ocurrió nada.
Seguí caminando. Miré al frente, pero había una densa niebla que no me permitía ver más allá de mis ojos. Tras caminar durante cinco minutos que se me hicieron eternos, pude ver una casa pequeña en medio de aquel desierto de arena.
Cuando llegué a la puerta, y me dispuse a girar el pomo, se abrió con un chirrido ensordecedor. Entré con sigilo. Detrás de la puerta había un niño pequeño en el suelo con la cabeza encogida entre sus brazos y piernas. Me agaché y le acaricié el pelo con ternura. Levantó la cabeza y me miró. Me sonaba su cara.
-¿Cómo te llamas?- Le pregunté-.
-Daniel.- Me respondió, con una voz ronca que parecía apenas un suspiro-.
Su nombre me produjo un escalofrío. Era él de pequeño.
-¿Y qué te pasa, Daniel? ¿Por qué estás triste?- Le pregunté, a media voz-.
-No estoy triste.- Me dijo, a la defensiva, y volvió a bajar la cabeza-.
-Está bien.- Le dije, sonriendo para mis adentros.- No estás triste, pero algo ha pasado, ¿Verdad? ¿Quieres contarme?
No respondió y tampoco volvió a mirarme, así que lo tomé como un no, me levante y caminé por la casa, viendo sus estancias. No encontré a nadie más allí, y la casa era más grande por dentro de lo que parecía por fuera.
..........
Noté algo sobre mi brazo derecho. Abrí los ojos, sobresaltada.
-Tranquila, soy yo.- Me dijo mi madre en un susurro.- Ya sé que es domingo, pero tenemos que ir a comprar. Tu tío y tu hermano aún están durmiendo, y quiero aprovechar para ver si puedo comprar algún regalito, que ya se van acercando las Navidades.
Me quedé pensando en lo que acababa de decir. Ciertamente quedaba poco para las vacaciones y yo ya tenía preparados los exámenes. Me había costado mucho ponerme a estudiar durante un mes, pero seguro que al final merecía la pena.
-Vale, mamá.- Le respondí.- Me ducho, me visto, y enseguida bajo a desayunar.
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Te Veré en mis Sueños
Genç Kurgu¿Te imaginas soñar con un chico que no conoces, pero él a ti sí? ¿Te imaginas conocer a un chico en el instituto que esconde secretos que ni te imaginas? ¿Te imaginas tener un pasado complicado que ni tú mismo recuerdas? Si quieres descubrir esos mi...