Estaba mirando las estanterías de la tienda de juguetes. Mi madre ya había elegido unos cuantos para Diego. Todos horribles a mi parecer.Yo seguía mirando las filas interminables de juguetes, pensando que cada vez los hacían más inútiles y escandalosos.
Todavía recuerdo los que tenía en mi infancia. Eran más originales, desde luego. No sé por qué razón, casi todo lo anterior es mejor que lo que crean de nuevas.
Terminé aburriéndome de observar.
-Mamá, yo me voy a por un helado, si no te importa-. Le dije, sin apenas mirarla.
Tenía ganas de salir de ese sitio abrumador.
-¿¡A por helado!?- Alzó la voz, sorprendida.- Si estamos en diciembre.
Pero yo ya estaba saliendo de la tienda.
Me gustaba tomar helado, aunque fuera pleno invierno. Me encantaba el chocolate, y como hacía frío, no se derretía antes de terminarlo.
Me colé en la primera heladería que vi entrando a la parte de restaurantes del centro comercial.
Sólo unas cuantas personas se encontraban en el local, y únicamente una en la cola para pedir. Otra de las ventajas de comer helado en invierno.
Iba mirando el móvil, así que simplemente me puse detrás de esa persona sin fijarme en nada más. Rebecca había subido una foto conmigo en Instagram. No le presté mucha atención. Respondí un mensaje de mi tío César, que preguntaba por nosotras, y después apagué la pantalla.
Pobrecito mi tío, se había visto solo en casa con mi hermano. Él, un ser introvertido e independiente.
La persona que estaba delante mío era una chica de pelo rubio claro, algo más alta que yo. Alcancé a verle la cara durante un breve instante. Iba muy maquillada y destacaban sus ojos de color azul oscuro. Me sonaban esos ojos.
Salí de mi pequeño trance. Era mi turno y el chico del mostrador esperaba impaciente. Pedí un helado de chocolate negro y vainilla, y me senté a comerlo en una mesa pequeña con dos asientos.
Al lado, lo que parecía una pareja, mantenía una conversación en un tono más alto de lo normal. No pude evitar escuchar una parte.
-¡No puedes hablar en serio...!- Soltó la chica, con acento extranjero-.
-¡Claro que puedo! Y total, ¿A ti qué más te da?- Dijo él, con tono afligido.- De verdad que no entiendo tu actitud.- Me sonaba mucho su voz.
-¡Pues mucho! ¿¡O te crees que a mí no me afecta!?- Parecía ofendida de verdad.- Eres imbécil.
Tras decir eso, la chica se levantó. Me fijé con disimulo. Era la chica de la cola. Salió de allí contoneando sus caderas. No quería mirar al chico, me daba vergüenza. Pero no hizo falta, porque se levantó también y... se sentó a mi lado.
-Hola, Emily.- Parecía sorprendido, pero lo disimulaba muy bien.
-Ho... hola, Hugo.- Dije, mitad sorprendida, mitad avergonzada. Me ardían las mejillas.
-¿Cómo tú por aquí?- Me preguntó con una sonrisa. La verdad es que disimulaba muy bien. Ni rastro de incredulidad ni de enfado.
-Lo mismo podría preguntarte yo.- Le dije, ya recuperada, con una falsa sonrisa.
-Vale, vale. Estamos empatados.- Dijo, siguiendo el juego.- ¿Has escuchado la pequeña pelea con mi hermana?- La pregunta me pilló por sorpresa.
-Algo he escuchado, sí.- Era inútil mentirle.
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Te Veré en mis Sueños
Jugendliteratur¿Te imaginas soñar con un chico que no conoces, pero él a ti sí? ¿Te imaginas conocer a un chico en el instituto que esconde secretos que ni te imaginas? ¿Te imaginas tener un pasado complicado que ni tú mismo recuerdas? Si quieres descubrir esos mi...