Capítulo 6

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Escuché gritos procedentes de la cocina. Parecía la voz de mi madre. Me acerqué con sigilo.

-No. ¡Te lo prometo, cariño!

-¡¡Basta!! ¡No me lo creo! ¿Cuántas veces me has dicho lo mismo? ¡Estoy harta!-. Gritaba mi madre- Hoy mismo cogemos nuestras maletas y nos vamos-. Dijo con determinación.

Nunca le había escuchado hablarle así a Sergio, por lo que supuse que era algo grave lo sucedido.

Entré en la cocina, titubeando.

-¿Qué pasa, mamá?

Mi madre me miró y se le suavizó el gesto.

-Que nos vamos, hija.

-Pero ¿por qué?- Empezaba a faltarme la respiración.

-Ahora no puedo explicártelo-. Y salió sin más.

Me fijé en ese momento en mi padrastro. Tenía un aspecto demacrado. Se encontraba de rodillas, en el suelo, con la cabeza gacha y las manos agarrándose la camisa, que tenía hecha jirones, que posiblemente se había hecho él mismo con las uñas. Levantó su mirada, interrumpiendo mi escrutinio. Me sorprendí. Tenía lágrimas por toda la cara y unas ojeras muy pronunciadas. Además, tenía los ojos de un rojo intenso, que contrastaban con sus negras pupilas.

Me quedé mirándolo unos instantes, y supe lo que había pasado. Le miré con un odio renovado, y su rostro pareció aún más triste.

-Emily-. Dijo con una voz rota, desesperada.
Sin ninguna pena, me fui de allí. Y escuché tras de mí sus sollozos, cada vez más apagados.

Tenía la mirada dirigida hacía el suelo. Me fijé en que la moqueta necesitaba limpieza. Sin subir la mirada, me dirigí a mi habitación. Pensé en los años que había pasado con Sergio, y en cómo había sido mi vida antes de su llegada. Pero no podía concebir ese pensamiento. No sabía por qué, me causaba mucho dolor y no traté de profundizar en ello.

Llegué a la entrada de mi cuarto. Supe que mi madre se encontraba allí sin necesitad de verla.

-¿Adónde vamos?- Le pregunté instintivamente.

-A casa del tío César.

Levanté la mirada por fin, despejándome del todo.

-¿Y a él le parece buena idea?

-No se lo he comentado aún.

-¿Y a qué esperas, mamá?- Le dije, recordando lo cuadriculado que era el tío, no le gustaban nada los cambios.

-Tranquila, lo entenderá.- Dijo, convencida.

Te Veré en mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora