Capítulo 9

92 7 0
                                    

*Narra Daniel*
—Buenos días —dice María bajando las escaleras.
—Buenos días— le responde Jesús.
Le miro, trae unos pantalones cortos y una sudadera.
—¿No tienes calor? —ella lo niega.
—María, ¿te quieres venir al parque de atracciones con nosotros?
—Gracias pero no, no tengo ganas.
—Vente, si no seré el sujetavelas.
—Lo siento pero no.
Se coge una manta y se tapa. Voy a la cocina donde está Bea.
—Oye, ¿le pasa algo?—cierra la puerta.
—Ella no quiere decirtelo, así que lo voy a hacer yo, pero ella no puede saber nada de esto -asiento- tiene una enfermedad, no puede estar mucho tiempo en sitios fríos, se le bajan las defensas y puede llegar a morirse, si le pasa eso hay que llevarla rápido al médico o darle calor. Por eso está abrigada ya que anoche estuvo mucho tiempo en la piscina.
—¿Porqué crees que no me lo ha dicho? —le miro.
—No se, tampoco lo sabe todo el mundo, puede ser para no preocuparos o algo -me encojo de hombros.
—Pues nosotros nos vamos— miro a María.
—Pasadlo bien— sonríe.
Me monto en dos o tres atracciones, me doy un par de vueltas por allí, me aburro y no puedo dejar de pensar en María, así que le comunico a Jesús y a Bea que me voy y vuelvo a casa.
—Hola— dejo las llaves de la moto en la entrada.
—¿Qué haces aquí? —me mira.
—Me aburría sin tí.
—Mentiroso— dice mientras voy a por un zumo a la nevera.
—Pues no te lo creas— río y me siento -además estaba un poco de sujetavelas.
—Ya no es por mí— ríe.
—¿Te piensas quedar aquí?— le pregunto.
—No tengo nada mejor que hacer.
—Pues yo sí, vamos.
—¿A dónde? —me mira integrante.
—Es un secreto— me levanto y cojo las llaves.
—¿No me lo vas a decir a que no?—niego, se levanta,  se calza las zapatillas y sale.
—Esperame— voy detrás de ella corriendo.
Abro el coche, nos montamos y nos vamos. La voy a un sitio helado donde pase frío para que me diga le verdad de su enfermedad, la obligaré a que me lo diga.
—Dani, ¿qué piensas en mí? —chasquea sus dedos delante mía.
—Sí— río fingiendo.
—He puesto música y no te has dado cuenta.
—Sí que me he dado cuenta.
—¿Estabas pensando en cómo matarme verdad?.
—Sí, lo vas a hacer estrangulada— reímos a la vez. Aparco y entramos en el acuario.
—Vamos— le miro.
—No quiero estar mucho tiempo—me dice.
—¿Porqué? ¿Te van a comer los tiburones? O mejor los pingüinos —río.
—Te van a comer a tí— ríe adelantandome.
Compramos las entradas, entramos vemos toda clase de animales acuáticos, tiburones, estrellas de mar, peces exóticos...
—Ese se parece a tí— señala a un pez globo.
—Alaaaa yo no estoy tan gordo— río.
—No lo dudes —ríe.
—¡¿Cómo que no lo dude?!— salgo corriendo detrás de ella, la cojo en la sala de los pingüinos, la más fría de todas.
—Mira, los pingüinos— los miro.
—Me encantan los pingüinos.
—Lo se, por eso te he traído aquí— sonrío.
—Gracias— sonríe.
—Vamos dentro— le cojo de la mano y la llevo.
—Entra tú, yo no quiero— se para.
—¿Porqué? Anda vamos— le vuelvo a coger la mano.
—Vale, pero sólo un rato— asiento y entramos, está todo lleno de nieve con muchos pingüinos, en el centro está en estanque donde hay unos pingüinos bebés con su mamá.
—Mira— señalo a dos pingüinos juntos que forman un corazón.
Me siento, ella se sienta a mi lado.
—¿Les damos de comer? — le pregunto.
—Hazlo tú, yo me voy a salir ya— dice tocándose los brazos para entrar en calor.
—No, los dos, es lo último y nos vamos- asiente aunque no muy convencida.
Salimos, la miro, está tiritando.
—Vámonos por favor— me dice antes de desmayarse. La cojo en brazos y voy corriendo hacia el coche para volver a casa.

No Es Una Historia Corriente [JDOM]  #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora