Capítulo 25

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Narra Daniel

Me limpio el sudor de la frente con la camiseta.

—Todo va a salir perfecto— me dice María con voz tranquila, asiento antes de que ella me bese.

Estamos esperando arriba de la cascada a que lleguen Carlota y sus amigos. La idea de venir aquí fue de María, este lugar no lo conozco, no sabía ni que existía, está alejado de la ciudad, fuera de la contaminación y población. Todo está lleno de paz, hay muchos pájaros volando para irse a otro lugar porque se está alejando el verano y eso trae el otoño. Se están cayendo las hojas de los árboles y las flores desapareciendo.

No quiero que se acabe el verano ya que es mi estación favorita.

Volvemos a repasar lo que tenemos y lo que hacer en todo momento. En ese momento llegan nuestros invitados. Solo se acerca ella.

—Hola parejita— dice riendo.

—No hemos venido a hacer amigos Carlota— digo serio.

—¡Oh perdona!— se hace la ofendida a lo que yo ruedo los ojos.

—Te dijimos que vinieras sola.

—Solo he traído a unos amigos, no van a salir del coche, a menos que hagáis algo que no esté planeado.

—Cada uno va a hacer lo que tiene que hacer. Esta será la última vez que nos veamos— sentencia.

—¿Las habéis traído?— nos pregunta.

—Aquí están— María señala mi collar y su pulsera.

—Espero que sean las verdaderas.

—Lo son. ¿Porqué las quieres? ¿Tan importantes son para tí?— pregunto interesado.

—Pues sí, son muy importantes para mí, más de lo que crees. Todos sabemos que tienen un código que corresponde a una clave que da al último programa de mi jefe, con él podemos hacernos ricos y dominar todos los dispositivos eléctricos del mundo, ya sea una televisión, un móvil, la red eléctrica, los coches, la Casa Blanca, todo.

Me quedo sorprendido ante su respuesta, sólo llegué a averiguar que era importante para ella pero no que podía hacer tanto con ellas.

—Firma ya— María le tiende el papel donde pone que no se puede volver a acercar a nosotros bajo ningún concepto.

Lo coge y lo firma, pero cuando va a coger las joyas, María las tira al agua, Carlota de la rabia empuja a María haciendo que caiga también al agua, yo sin pensármelo dos veces salto a por ella. El agua está congelada y con ella María. Está inconsciente, débil, muy débil, no reacciona ente mis movimientos. Por lo que la cojo, la tumbo en los asientos traseros del coche y subo a tope la calefacción. Yo estoy empapado en sudor mientras ella tirita. No puedo perderla de nuevo, no, no puedo.

Calculo el tiempo que hay hasta el hospital, no llegaré a tiempo por lo que prefiero ir a casa.

Lleno la bañera de agua caliente y la meto sin ropa, traigo los calefactores del sótano y los enciendo.

Me siento a su lado mientras le acaricio la cara. Cierro los ojos para que mis lágrimas salgan corriendo pero no me da tiempo porque me remueve y suspira.

—Te amo— sale de sus labios, casi no puedo escucharlo. Se está despidiendo de mí, lo se, pero no quiero y no debo admitirlo.

—Y yo— me quito la ropa entrando en la bañera abrazando a María. Empiezo a besarle el cuello mientras ella va reaccionando. Esta es mi única esperanza y no la voy a desperdiciar. Ella y yo vamos a a estar juntos todo la vida, se lo prometí de pequeño y se lo vuelvo a prometer. Quiero una vida con ella pero no sin ella.

 Quiero una vida con ella pero no sin ella

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No Es Una Historia Corriente [JDOM]  #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora