Cenicienta | HunHan

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• Donde la magia de los cuentos de hadas existe 



— ¡No! Espera...necesito saber tu nombre...

— No hay tiempo, lo siento...

Y corriendo baja las escaleras, desciende con rapidez esperando ser tan veloz para encontrar el carruaje.

El tiempo se acaba y las campanadas no se detienen.

Ni el tiempo lo hace.

Vestido de azul, en aquel tono celeste sus pies se deslizan dejando de lado el palacio imperial envuelto de fiesta y flores.

El carruaje se estaciona presuroso frente a él y sube sin dar tiempo al real caballero que le persigue.

— ¡Espera!

Los gritos del joven se pierden conforme el carruaje se aleja y atraviesa las primeras compuertas que no tardan en cerrarse buscando detenerlo.

— Ocho...

Cuenta las campanadas y ruega al cielo y a toda la magia que lo rodea porque puedan irse lejos, ruega para que los jinetes reales no logren alcanzarlos.

— ¡Más rápido! 

Y más, más rápido es como se van alejando hasta que el galope de los blancos caballos se pierde en el bosque cuando la magia termina al sonar la doceava campanada.

Hasta que el color azul de su traje se desvanece en pequeñas luces hasta volverse color negro y viejo.

Sus fieles caballos y vasallos vuelven a su forma natural, a tener ese par de orejitas, a lanzar pequeños ladridos mientras lo rodean y él no puede contener las lágrimas.

Era magia, verdadera magia. 

- Mis pequeños... No saben, no saben lo feliz que he sido... Él... ¡Ni el mismo príncipe puede asemejársele!

Las lágrimas no se contienen y sus pálidas y hermosas mejillas se humedecen de ellas mientras sus pasos son lentos hacia la vieja casa sin luces, las velas han sido apagadas y luce tan lúgubre como el alma de su madrastra, pero su alma, dentro de esos ojos el brillo es tan increíble que podría iluminar al reino entero. 

Lu Han es feliz. 

Desde la muerte de su padre, los días se han tornado oscuros y cada penumbra parece regocijante cuanto más lejos esté de ellas, de esas tres mujeres que llevan atormentando su alma como una especie de juego.

Cuando su madrastra y sus hermanas comenzaron a robarle poco a poco toda la libertad que como el heredero directo de la fortuna familiar que merecía, inició con quitarle su habitación, su espacio personal para lanzarlo a la cima vieja de la casa, al sótano donde solamente las avecillas lo acompañaban.

Cuando dejó de ser parte de la familia y lo obligaron a sumirse en la servidumbre de su propio hogar, mendigando sobras mientras ellas disfrutaban a su gusto de todo el dinero que no les pertenecía.

Y aún sobre eso, Han permanecía alegre, austero en carácter y feliz.

Lleno de energías cada día como si viviese el más fabuloso de sus sueños, aun si tenía que dormir en la frialdad de las alturas.

Pero esa vez, mientras hacia los quehaceres en el pueblo y el vocero real informaba sobre un baile en honor a su alteza, el príncipe heredero, Lu Han no pudo sino emocionarse.

¡ Habían invitado a todo el pueblo!

Por tonto que pareciese, dejó un par de sonrisas al señor panadero y corrió presuroso hacia la casa donde con todas sus fuerzas anunciaba el gran acontecimiento.

Gotitas De Amor | Sehun X EXODonde viven las historias. Descúbrelo ahora