Como Estar Sin Ti © (Completa)

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Traté de contener mis emociones, ahí estaban los dos, la opresión de mi pecho apareció, no quise mirarlo a la cara, solo le entregué el niño a la esposa de Christopher y antes de que pudiera suceder cualquier cosa salí corriendo de ese lugar. De fondo escuchaba al niño reír y pronunciar la palabra papá.
Huí como una cobarde, como si fuera culpable de algo.
Deseaba desaparecer en ese instante, corrí...Corrí como si no existiera mañana, brotaban de mis ojos gotas de dolor y tristeza. Mis piernas flaqueaban, la debilidad me impedía respirar con tranquilidad. Necesitaba detenerme para descansar, y me dejé caer sentada en una esquina de no sé que lugar.

¿ En qué momento me convirtío en su amante?

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¡ Maldición que hacia Marina aquí! ¡ Mierda!
¡¿Qué le dijo a Dulce?!, ¿ Por qué ella estaba así? No faltaban las respuestas de esas frases para comprender la maldita situación. Marina se veía radiante y ella, Dulce, cuando la ví ingresar algo dentro de mí se rompió, todo sucedió de la peor manera, todo por mi miserable miedo, soy un cobarde, estúpido.

- Papá, papá- Dani estaba emocionado, llevaba días sin verlo y lo extrañaba mucho. Estiraba sus bracitos para que lo cargara. Lo cargué y abracé fuerte.

- Esa niña es extraña no crees?- Ella estaba muy tranquila, por una parte no sabía nada, pero por otra hace unos días me declaró la guerra diciendo que no me volvería a ver, según nos veríamos en los juzgados, no sé que demonios hace aquí.

- No entiendes nada- No iba a discutir con Marina. Jugaba con mi niño pero no podía dejar pasar más tiempo tenía que ir detrás de Dulce, me levanté de esa cama, me despedí de mi hijo,no me importaron los llamados de Marina ni mucho menos los de la enfermera, salí corriendo detrás de ella.
No sabía a donde ir, si a la izquierda o a la derecha, por instinto elegí un camino esperando que sea el correcto.

Escuché unos gritos y eran los suyos, a lo lejos la vi, dos hombres la rodeaban, la tocaban, mis pulsaciones eran rápidas, aumenté mi velocidad hacia ellos. No sé como logró zafarse de los dos sujetos pero los vi revolcarse en el piso mientras ella corría, salí en su dirección.

- ¡Dulce!- La atrapé con mis brazos, de inmediato empezó a golpear fuerte mi pecho.

- ¡ Suéltame! ¡ Suéltame! - La solté... La liberé, para atrapar sus labios en los míos.

Forcejeó hasta separarse del beso, cuando lo hizo desató un fuerte golpe en mi mejilla.

- ¡Eres un imbécil!- Sus mejillas estaban cubiertas de lágrimas, su boca, al insultarme lo hacia con dolor.La expresión de sus cejas, sus ojos, dolía.

Sujeté con mis manos sus hombros tratando de tranquilizarla, pero ella era terca tan necia como desde un principio, la entendía pero tenía que explicarle que ella es la única mujer que me interesa, con quien sueño, la dueña de mis sentimientos, que cometí un error muy grande.

- ¡Dulce!, escúchame por favor.
Retiró los restos de lágrimas de su rostro, tomó aire y me miró con frialdad.

- Ahora no quiero escucharte, déjame en paz, vete con tu esposa, Marina se llama y con ese niño que no tiene la culpa de los padres que le tocó, ya déjame a mi, sé feliz con ellos y deja de jugar conmigo. - Aunque intentaba ser fuerte sus lágrimas desbordaban sin que las pudiera retener, las mías también estaban a flote, no me gustaba verla así, no me gustaba ser el culpable.