XVI. Dejando caer las sábanas

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Inexpertos por igual cual ansia que desborda y rompe entre fino polvo.

—Deku...

Suplicó.

Manos que lenta y temblorosamente se aferraron a la espalda del rubio. Gemidos que se insertaron de lleno inundando al mayor de deseo.

Si sus viajes breves a esos artículos sobre sexo homosexual eran acertados, su primera vez con Deku no debería de salirle mal.

Requería preparación, un buen ángulo, estimulación en el ano, felaciones y, si llegaba a agarrar valor, hasta haría un annilingus.

Todo dependía de un sólo factor y ese mismo factor estaba más que dispuesto a someter a Katsuki a un examen sobre todo lo que había estudiado.

—Kacchan...

El muchacho de pecas le miraba expectante. En sus ojos el reflejo del miedo inminente y la determinación para llegar al final, el final de aquello que estaban experimentando sin saber que el conocimiento de ambos en la materia sumaba unos quince puntos en una escala por arriba del cien.

Katsuki sucumbió ante ese semblante. La suave y cálida respiración de Izuku sobre su piel expuesta, le estaba costando puntos menos en el área de preparación.

Se maldijo, de no haber leído a esos niñatos quejándose de lo mucho que dolía, él ya estaría dentro de Midoriya arremetiendo sin control, como en todas esas fantasías y sueños húmedos que nunca admitiría, pero no.

Ahí estaba él, estimulando la dilatación del ano de un Izuku que ya no sabía hacia donde mirar: o se concentraba en el roce tan extraño e incomodo dentro de él, en la mirada del rubio que leía impaciente sus reacciones, en lo bien que se veía Katsuki desnudo y excitado, en lo grande que era eso que le colgaba entre las piernas, pues no sólo era grande sino ancho.

"Eso me tiene que caber", pensó dispuesto.

Katsuki soltó una risa burlona. Comprendió la resolución de su pareja y supo que tenía que mandar esos consejos al carajo, como todo lo demás, y concentrarse en sentirse, explorarse y descubrir el placer del sexo juntos.

Y, Bakugou Jr. no pudo estar más de acuerdo.

Primero, repasaría todas sus fantasías hasta saber cuál encajaba mejor con el cuerpo de ambos.

Tomó las piernas de Izuku levantándolas, propiciando pequeños besos, mordiscos, roces suaves con su lengua; degustando el sabor de esa piel que, aunque muy poco visibles, explotaba en pequeñas pecas marrones en ciertas partes.

"Maldición... Esto es excitante", concluyó tras descubrir que esas diminutas manchas se expandían y arremolinaban en ciertas zonas, mismas que a su paso lograban arrancar gemidos suaves que lentamente aumentaron su lívido.

Oh si, Katsuki estaba disfrutando su "postre" y venía con chispas de chocolate.

Apretó fuerte hasta dejar marcada la entrepierna de Izuku. Que se sepa que él estuvo ahí, nadie más.

El ser el único en la vida de Midoriya, de alguna manera algo excesiva, encendía en Katsuki unas ganas de tirar al mocoso al piso, arrancarle esos pantalones negros de ensueño y hacerlo gemir hasta quedar ronco.

—Kacchan...

Se espantó.

Izuku sabía que Katsuki podría terminar siendo un total pervertido con demasiadas ganas de tener sexo, no lo dudaba. Pero, fue hasta ese punto que descubrió la colosal diferencia entre creer saber algo y comprobarlo.

Sus pies eran golpeados, cacheteados, empujados...por una erección que reclamaba a tirones ser liberada.

La impresión abrumó al pobre chico. No sabía si suplicar que Katsuki tuviese paciencia para esperar a meter eso, rogar porque esos cómics gay estuviesen basados en hechos reales, o temer por su cordura al sentir esa necesidad de experimentar lo que es ser penetrado por la persona que, además de caerse de bueno, le gustaba.

Roommates [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora