XV. Sabias decisiones

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Izuku era consciente de que muy probablemente Katsuki había entendido de manera diferente su previa declaración.

En realidad, su intención desde un principio, fue darle a entender que quería que fuesen amigos, como antes. Una relación carnal había cruzado dentro de sus más penosas fantasías, más no planeaba externarlas, no de esa forma.

Sin embargo, no fue hasta después de escuchar la reveladora explicación de sus amigas que comprendió el grave error cometido en su elección de palabras y lo peor, es que no se atrevía a cuestionar lo que sea que Katsuki le había entendido.

Eso, sumado a la reciente actitud del chico, confundió todavía más al de pecas.

—Kacchan...¿dónde estás tocando?

Bakugou permanecía de pie a un costado de la puerta de su habitación con una guitarra entre sus manos, aunque pareciese que tocaba, no emitía sonido alguno.

—Recreo una canción.

Malas noticias para Izuku. De tanto observarlo, sabía perfectamente que Katsuki sólo hacía eso cuando se encontraba verdaderamente molesto o aturdido.

—¿Cuál? —se animó a preguntar en la esquina más segura de su cama, según él.

—No creo que la conozcas—sus dedos seguían recorriendo el instrumento con gracia y, para Izuku, con total sensualidad.

Se retiró de la dureza de aquel marco en la entrada para sentarse en la cama de su compañero dándole la espalda.

Luego de un refrescante baño y aún con el cabello húmedo, aquel paisaje era un peligro para la cordura de Izuku y un grillete con sabor a metal para sus miedos.

—¿No piensas ir a hacer la cena?

Preguntó el rubio finalmente luego de quince minutos de total silencio en el que tuvo que soportar ver a Izuku recorrerle la espalda de una y mil maneras mientras sus ojos se le clavaban en cada curva y músculo bien marcado.

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Huyó a la cocina tan audaz como pudo. Un cervatillo recién nacido pudo haberlo hecho mucho mejor.

El pecho le latía a mil, comprendió el trabajo por el que pasaba un bello colibrí con tanto trabajo acumulado en el corazón.

Aún con esa última orden recorriéndole la mente, tomó algunas cosas que presumió podrían servirle para preparar algo decentemente rico y balanceado, algo que pudiera encajar con el gusto del rubio.

Todavía con el cuchillo en mano, deslizó el filo sobre un pedazo de carne para realizar cortes en juliana y marinar un poco antes de comenzar, más el utensilio se detuvo al quinto desliz.

—¿Kacchan?—preguntó, no por desconocerlo sino para confirmar que no lo estaba alucinando, otra vez.

—Continúa.

El rubio descansaba su cabeza sobre su mano observándole justo del otro lado. Sus dedos caían uno después del otro en un vaivén sobre una pequeña mesa a un costado.

Izuku deseaba que su interés se detuviese ahí, pero no. Sus ojos bajaron hasta posarse sobre el pantalón que, a la cadera, debería ser declarado el octavo pecado capital.

Izuku tragó saliva, se enfocó en el otro pedazo de carne y siguió cortando.

Los siguientes treinta minutos frente al fuego, cual penitencia, perturbaron la paz mental del pobre chico.

"Me está observando el trasero.", concluyó sin demora. La obviedad del rubio sobrepasaba el descaro. Cero disimulo.

El primer atisbo de alcohol rozó sus labios.

Roommates [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora