Capítulo 7: Nuestra pequeña despedida

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Un mes después

Un día antes de graduarnos.

Me despierto con la maldita luz en mi rostro, mi mente es un caos por lo que sólo pude dormir unos treinta minutos. Mañana nos graduaremos de la escuela y voy a separarme de Charlie después de este maravilloso año. Haremos una fiesta de despedida después de él último día en casa de Charlie. Siento ese peculiar vacío en mi pecho pero decido ignorarlo.

Me levanto de la cama y me dirijo al baño a ducharme. Dejo que el agua se lleve mis preocupaciones y la idea de perder a la persona que amo en menos de 24 horas. Salgo del baño y me arreglo para ir a clase. Ah, olvidé deciroslo, volví a casa de mamá la semana pasada y ha estado relativamente bien. Caleb me ha visitado varias veces y eso me ayuda a afrontar la repentina sobre protección de mamá.

—Buenos días, hija—me dice con una sonrisa. Le sonrío de vuelta y asiento. Tomo mi desayuno sin dirigirle la mirada y me dispongo a salir, pero su voz me detiene cuando estoy frente a la puerta:—. No vamos a volver a como éramos antes ¿Verdad?—dice con un hilo de voz. Yo no me giro y respiro hondo. Aunque no lo crean ella me da un poco de lástima, a pesar de todo es mi madre ¿no?.

—No quiero volver a lo que éramos antes—digo con la voz más firme que puedo y respiro hondo—. Además, ya el error está hecho...mamá.

Salgo antes de que pueda contestar y corro a la escuela. Mi pecho duele pero no voy a llorar, no quiero hacerlo.

Llego a la escuela cinco minutos después, jadeando por haber corrido unos 3 kilómetros sin detenerme. Charlie está en la entrada con Tom y Sheila. Los saludo con la mano y ellos me sonríen. Le doy un abrazo a Charlie y el me lo responde dándome un sonoro beso en la mejilla. ¿En qué me momento me acostumbré a que hiciera eso?.

—Hola, chicos—digo notando la ausencia de Hope—. ¿Dónde está Hope?

—No tengo idea. Creo que se tomó el día.—me contesta Tom y Charlie sonríe. Se me retuerce el alma al recordar que probablemente solo nos quedan unas 18 horas juntos.

La ruidosa campana me saca de mis pensamientos y entramos todos a clase.

El día pasa rápido y todos nos vamos quedamos un rato en el patio de la escuela bromeando de lo primero que nos venga a la mente. Charlie tiene su brazo rodeando mis hombros y, ahora que lo pienso, tiene casi todo el día en esa posición.

—¿Te preocupa el día de mañana? —escucho su voz susurrar me al oído y mi corazón da un vuelco. ¿Cómo demonios se dio cuenta? Miro mis manos y me muerdo el labio. Asiento—. Todo estará bien, Christine. Recuerda que a veces las cosas están mas cerca de lo que crees, aunque las sientas lejos. Hay que buscar incluso bajo las piedras para encontrar esa presencia.

Su voz hace que sienta que es verdad y esa frase hace que me sienta feliz así que me tranquilizo un poco pero en el fondo se que mañana no será un buen día para mi.

Al día siguiente.

El último día.

Salgo de mi casa con el alma a los pies, hoy es mi último día con Charlie. Llego a la escuela quince minutos después y me fuerzo a mi misma a no reventar a llorar como una idiota. Quiero despedirlo con una sonrisa.

Llegó tarde así que entro en el aula cabizbaja. La profesora me mira con el ceño fruncido y me pregunto cómo Charlie puede hacer esto casi a diario. Camino alrederor del salón y me siento junto a Charlie el cual parece de alguna forma decaído. ¿Le estará afectando esto tanto como a mi?. No lo creo...

La profesora se levanta de su escritorio y nos explica lo que debemos hacer cuando bajemos al patio. Cuando un año se gradúa normalmente nos reunimos en el jardín y alguien dice un discurso de despedida, este año fue Charlie, no me pregunten como terminó elegido porque no lo sé.

Una vida sin Charlie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora