Capítulo 8: Cuando la luz se apaga

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La fiesta transcurre y todos ríen. Estoy sentada en una silla de madera al fondo, Charlie no ha dirigido ni siquiera una pequeña mirada hacia mi. Me siento mas sola que nunca y se que es mí culpa que esto esté pasando.

Soy una idiota.

Hope se sienta a mi lado y me sonríe; sus ojos verdes se clavan en los mios y sé que puede ver lo mal que me siento.

—¿Qué pasa, Hope?—le pregunto con la mejor sonrisa falsa que puedo brindarle.

—Todo estará bien, así que tranquila...ya se le pasará. —aprieto los puños y asiento sin mirarla, entiendo que quiera ser positiva pero en el fondo se que no se le pasará. Me siento la persona mas inútil y horrible del mundo, jamás debí lastimarlo así. Me meresco que me ignore.

—Seguro...—digo simplemente intentando que no suene sarcástico.

Hope asiente y me toma de la mano haciendo que me levante.

—¡Vamos a divertirnos!—me ddice sonriente—Es nuestra graduación al fin y al cabo.

Decido olvidarlo todo y acompañarla. Bailo un rato junto a Tom y Sheila, Hope está ligando con un chico que no conosco así me dejó sola con ellos. Me he divertido bastante pero siento que todo es falso, Charlie sigue dominando mi pensamiento y para él es como si yo no existiera.

Mi pecho se aprieta.

Siento mi celular vibrar en mi bolsillo haciéndome dar un salto. Lo saco con dificultad de mis ajustados jeans negros y contesto.

—¿Dónde estás?

La voz de mi madre me hace fruncir el ceño por reflejo ¿Para que demonios me llama?

—¿Importa?—le digo y casi la siento apretar el entrecejo al otro lado de la línea.

—No me hables así jovencita, es tarde. Vuelve, tu toque de queda es en diez minutos.

Mi sangre hierve al oírla. ¿Qué carajos importa mi toque de queda ahora?

—Está bien, iré.—suspiro—. Pero si llegas a reprocharme por llegar tarde te juro que doy media vuelta. Estoy muy bien aqui—miento. ¿Dónde estaba esa sobreprotección cuando estuve casi una semana en casa de Hope y ella ni siquiera llamó para decir nada?. 

Cuelgo.

Miro a Hope y le susurro que tengo que irme, ella asiente, le dice algo a su "posible enamoramiento pasajero" y camina hasta mi.

—Tengo que irme —le digo con desgano—. Mi toque de queda es en diez minutos.

—Bien, hablamos por chat ¿Ok?—dice y me abraza con fuerza, le correspondo y sonrío.

Me despido de Tom y Sheila y con la poca fuerza de voluntad que me queda voy hacia Charlie; está sentado en la mesa de la cocina intentando abrir una lata de algo que descinosco. Me quedo de pie a su lado y él por primera vez en todo el día me mira, sus ojos no dicen nada. Siento un muro entre nosotros, mi pecho se aprieta y me limito a bajar el rostro.

—Me voy a casa, adiós Charlie—le digo intentando que mi voz suene firme.

—Adios—dice levantándose y pasando a mi lado. Me quedo allí mirando la mesa de madera y siento mi labio temblar, lo muerdo para calmarlo y con paso acelerado salgo de la casa.

Ya todo se acabó.

Lo arruiné todo.

Una semana después.

Estoy sentada a orillas de mi cama y hay solo algo que domina mis pensamientos.

Él.

No puedo sacarlo de mi mente, llevo días enviando mensajes pero no logro que conteste ninguno. Oficialmente, perdí a Charlie. Y soy completamente culpable.

Una vida sin Charlie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora