Los días pasan y aún la gente no deja de hablar del tema, todos son unos malditos hipocritas. Estoy cansandome de escuchar los mismos "¿Cómo alguien tan joven decidió quitarse la vida?" "Pobre seguro era depresivo y nadie se dio cuenta". Lo odio.
Las personas que lo conocíamos estamos intentando sobrellevarlo; Hope llora muy seguido y suelo consolarla junto a Tom. No he visto a Tom llorar desde que lo conozco y sigo sin verlo. Y yo aún no lo hago tampoco.
Mamá ha estado insistiendome que debo dejar salir mis emociones pero me limito a ignorarla. Ella no va a entenderlo.
Nadie lo hara.
—Christine—la voz de Hope me hace salir de mis pensamientos, me giro hacia ella y la miro; sus ojos estan rojos y tienen ojeras y todo el brillo que tenían desapareció al igual que su sonrisa.
—¿Si?—le digo.
—¿Cómo has estado?—Oh no, no quiero que me pregunte. No me gusta mentirle a ella y si le digo la verdad lloraré y no quiero eso.
—Bien—miento y sonrío. Me mira confusa un momento y luego me dedica una sonrisa nostálgica. Mi estómago se retuerce, quiero llorar. Respiro hondo y me trago mis emociones como he hecho hasta ahora.
—¿Sabes? No es necesario que quieras parecer fuerte frente a nosotros—me dice sin apartar la sonrisa y siento que va a llorar de nuevo. Trago grueso y aprieto mis puños en la espalda, haciéndome daño. Esto va mal.
—No soy fuerte, Hope—le digo—. Pero estoy bien, en serio.
Ella me mira un momento y luego me abraza, la siento sollozar en mi pecho de nuevo y me muerdo el labio para que no tiemble.
No puedo romperme ahora, no frente a ella.
Clavo la vista en el hermoso cielo evitando mirar a Hope y me aislo en mi misma. Ya no escucho, ya no siento, ya no pienso y es mejor así.
El viento ne agita el cabello y cierro los ojos. Las imágenes llegan a mi mente de nuevo y no puedo pararlas; sus recuerdos me atormentan y no puedo evitarlo. Mi pecho se aplasta y contengo un sollozo. Me giro hacia Hope y veo que ha parado de llorar, le sonrío y sigo sin entender como puedo sonreír así si estoy muerta por dentro. Me separo y voy a paso rápido hasta la oficina de la directora, diciéndole que me duele el estómago y quiero ir a cama. Me deja ir y yo corro.
Mi casa está vacía y agradesco que mi madre está en el trabajo. Entro y subo a mi habitación con el corazón en la garganta, siento que voy a explotar. Me encierro en el baño y me apoyo en la pared; mi respiración se entrecorta y antes de que pueda evitarlo las lágrimas comienzan a caer desenfrenadas por mis mejillas, sollozo y aprieto los puños, clavando las uñas en mi carne. Me giro y golpeo la pared con toda mi fuerza. Grito y mi voz tiembla.
Esto es demasiado.
No soy fuerte y no voy a serlo. Era fuerte con él a mi lado o al menos me sentía así. No pude ayudarlo, no pude hacer nada. Se supone que era su mejor amiga, que lo amaba, entonces ¿Por qué no pude hacer nada?.
Sigo golpeando hasta que mis nudillos sangran, me cuesta respirar y mis lágrimas no cesan.
—¡¿Por qué me dejaste sola?!—le grito a la nada. Ya no puedo razonar, lo necesito a mi lado, no quiero estar sin el.
Apoyo mis puños en la pared, golpeando con la poca fuerza que me queda y me dejo caer al suelo. Mis rodillas resuenan al chocar contra el suelo pero no me duele.
Ya no siento nada.
Miro el suelo y grito de nuevo. Mi garganta arde. Grito su nombre hasta que mi voz se apaga, mi cabeza duele y mis puños sangran. Seco mis lágrimas y me levanto del suelo.
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Una vida sin Charlie
Romance¿Alguna vez has tenido a persona que te importa mas que tu mismo? ¿Alguien que es tu razón de vida? ¿Que pasaría si un día te dieras cuenta de que ya no está? ¿Lograrías ser feliz de nuevo? Esta es la historia de Christine Waters, una chica con ser...