Capítulo II.
Un gran ruido me hizo abrir los ojos de repente. Algo había chocado contra la ventana haciéndo anicos el vidrio de esta. Rápidamente me senté en la cama y observé que era lo que había roto la ventana: Una piedra.
Me puse de pie —con cuidado de que mis descalzos pies no se lastimen con ningún cristal— y observé por la ventana en busca del culpable de todo está situación.—¡Cuidado! ¡Cuidado que los va a ver!— escuché una voz aguda gritar. Seguramente algunos niños haciendo travesuras.
—¡Corran!— otra voz aguda gritó, muchos niños salieron corriendo detrás de un arbusto.
Evité enojarme por tal acto, así que me fui a darme una ducha de agua fría. Ya que hoy conoceríamos en persona a los reyes y las princesas.
—¡Adam! ¡Adam!— después de darme una ducha, escuché el gritó de alguien, cuya voz me pareció bastante conocida, desde el pasillo de las habitaciones.
—¿Qué pasa?— abrí la puerta sin que importe por estar solamente con una toalla cubriendo mi cuerpo. Me encontré con el tal Kendall en frente mío.
—Debes de apresurarte, enseguida iremos a desayunar.— habló, al finalizar las anteriores palabras bajo su mirada y la volvió a subir con su ceño fruncido.— ¿Qué haces así?
—Me estoy por colocar mi vestuario.— le contesté y le cerré la puerta en la cara.
[...]
Ajusté bien la corbata, acomodé bien el cuello de la camisa y limpié con mis propias manos el polvo que poseía mi pantalón. Me miré al espejo y sonreí.
—Que lindo estás— me hablé para mi mismo, lo admito, soy una persona bastante orgullosa. Llevaba puesto unos pantalones negros de esmoquín, una camisa blanca de mangas largas y una corbata de color negro.
Peiné con cuidado mi cabello morocho y salí de mi habitación.—Te ves bien— habló alguien tras mío, giré bruscamente y era Kendall que me sonreía con una media sonrisa.
— Tu también— respondí. Kendall llevaba puesto el traje completo de color beige.
—¿Ya debemos irnos?— le pregunté a Kendall mientras me apoyaba en la pared del pasillo. Kendall se puso a mi lado y también hizo lo mismo.
—No lo sé Adam, solo han dicho que nos preparemos y nos avisarán.— hizo una mueca— Dime, ¿Cuántos años tienes?
—Tengo 22 años ¿Y usted?
—25 años.— respondió. Abrí un poco mi boca, por el asombro, Kendall parecía de unos 19 años.
—¿Conoces a alguien más aquí aparte de a mí?— preguntó. Asentí con la cabeza.
—Solamente a Cristian, mi tutor.— ambos reímos. Era obvio que conocería mi tutor.
—¿Compadres?— Kendall acercó su mano y supuse que era para estrecharla con la mía. Rápidamente correspondi aunque estaba confundido por su palabra anterior.
—¿Compadres? ¿Y eso? ¿Que es?— pregunté cuando separamos nuestras manos.
—Amigos.
—Ah, claro.— sonreí.— Dime Kendall, ¿Cómo haz entrado a esta competencia?— ya que seríamos amigos debíamos de conocer cosas del otro.
—Vivo con mis tíos, ellos tienen un trabajo de suma importancia, gracias a ello he conseguido ingresar a la competencia.— mordió su labio inferior— Solo he entrado aquí de milagro, me ha sido complicado ingresar al concurso a pesar de la ayuda de mis tíos.
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La Chica De Las Sombras.
RomanceElla era la chica de las sombras, en las sombras se encontraba tratando de pasar desapercibida.» Adam es enviado a participar en el concurso para ganar alguna mano de las cuatro princesas solteras. En el proceso del concurso, Adam conoce a la chic...