Capítulo I.
El primer día había llegado. Era hora de ir al palacio, a participar en la competencia.
Lo único que me motivaba a ir era para presumirles a mis amigos que había conocido a las princesas. No era un chico mujeriego, ni tampoco tenía mucha suerte con las mujeres por lo que sabía que posiblemente está competencia no la ganaría.—Cariño, sé que ganarás.— me dijo mi madre. La alegría estaba presente en su rostro, seguramente que por primera vez su hijo hacia algo interesante. Apreté bien la maleta que llevaba en mi mano.
— Mamá, no quiero que te iluciones.— acomodé mi voz— Sabes que nunca he conquistado a una chica, pues, no soy muy encantador.— Reí. Era verdad, nunca había tenido una novia. Me decepcionaba y me daba gracia mi historia amorosa.
—No digas estupideces y ya vete.— habló ella empujandome hacia afuera de la casa. Claro, yo soy el que dice estupideces.
— Mira, el carruaje ha llegado por ti.— mi mamá chilló de emoción una vez que estuvimos fuera de casa. Señaló con su dedo índice el carruaje dorado —Que era bastante elegante— que estaba en a calle a unos metros de nosotros. Traté de sonreír pero hice una mueca, bueno, lo importante es la intención.
—Si, lo veo perfectamente.— frunci mis labios. Mi madre comenzó a empujarme hacia donde estaba el carruaje ya mencionado.
—Te amo mucho hijo, cuídate y haz lo mejor que puedas.— besó mi mejilla derecha y me envolvió entre sus brazos. Correspondi a su abrazo. Sentir esos brazos gordetes abrazarme me hacía sentir tan feliz. En sus brazos me sentía tan tranquilo, que nada importaba.
—Yo también mamá.— me costó bastante decir aquellas palabras, yo no era un chico expresivo o cariñoso. Mamá se separó del abrazo y comenzó a dirigirse a la casa. Vaya...
—Buenos días señor Blake.— un chico de tez morena abrió la puerta del carruaje y salió.— ¿Ya está listo para partir?— se puso a un lado de la puerta del carruaje. Su posición era firme y tenía una sonrisa enorme.
—Buenos días...— hice una pausa, esperando que el chico me diga su nombre.
— Cristian Peyne.— habló aún sonriendo. ¿Es que acaso este hombre no deja de sonreír? Me está dando un poco de miedo.
—Un gusto señor Peyne.— le acerque mi mano para que las estrecharamos pero este no correspondió. Solo inclinó un poco su cabeza y volvió a subirla a la posición normal. Por lo visto, supuse que eso era un saludo así que también hice lo mismo con mi cabeza. Vaya Adam, primer ridículo del día.
—Pase usted primero señor Blake— abrió la puerta del carruaje y me señaló que ingresé.
—¡Adiós bebé!— grito mi madre. Giré bruscamente hacia atrás y ahí estaba ella. En el medio del patio, de pie, con una sonrisa enorme y saludando con su mano. El tal Cristian no era mi amigo así que no me avergonzó que mi madre me llamase 'bebé'.
—¡Adiós mamá!— grité con una sonrisa en mi rostro. Giré hacia el carruaje e ingresé.
Me senté en los cómodos asientos que traía este carruaje. Este era inmenso por dentro, bueno, tampoco super grande pero era el más grande que nunca antes había visto además de que era el más elegante.
El tal Cristian ingreso y se sentó a la par mía.— Señor Blake, seré su tutor. Le ayudaré con todo lo que necesite en este concurso.— habló Cristian.— Así que, señor Blake, nos veremos todos los días— sonrió.
—Bien. Supongo que seremos amigos, así que dime Adam, por favor.— le respondí con una pequeña sonrisa sellada.
—Okey Adam— rio.— ¡Grey comienza a andar, por favor!— gritó Cristian mirando hacia el frente. Seguramente le hablo al chófer.
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La Chica De Las Sombras.
Roman d'amourElla era la chica de las sombras, en las sombras se encontraba tratando de pasar desapercibida.» Adam es enviado a participar en el concurso para ganar alguna mano de las cuatro princesas solteras. En el proceso del concurso, Adam conoce a la chic...