Capítulo 7

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Mi cabeza da vueltas, estoy muy cansada y mis piernas están doloridas de tanto cabalgar, siento que mis ojos se cierran, el que está a la cabeza del grupo se detiene y de inmediato todos los que estamos detrás de él, nos detenemos , el que estaba a la cabeza del grupo se baja del caballo y se dirige a donde estamos con Rumer, es el indio asqueroso que mató a mi madre y de seguro a toda mi familia, mi corazón sintió mucha tristeza de inmediato, extraño a mi familia, extraño que mamá me regañe porque no me arreglo como una señorita de estatus, extraño ver a mi padre guiñándome el ojo para que no prestara atención a mi madre y a sus regaños, pero lo que más extraño es escuchar la hermosa voz de mi hermanita pidiéndome todos los días que le trajera almendras de fresa cada vez que salía a vender lo que mi madre cocinaba, extraño bañarme en mi lago, el lago que dice Rumer que nací, ahora entiendo por qué me fascinaba, extraño mis momentos a solas deleitándome en el hermoso canto de las aves, aun las escucho, pero siempre las opaca el sonido de la lengua de los asquerosos indios gritando y riendo, ¿por?... !!no sé qué rayos¡¡ por que no los entiendo.

Rumer me grita, hace que preste atención ya que me perdí en mis pensamientos.

-Vamos a descansar ya casi oscurece.

Se baja del caballo y me ayuda a bajar.

-Ven a ayudarme a hacer nuestro cambuche, al parecer va a llover toda la noche y no quiero que llegues con gripa a la aldea.

yo asiento con la cabeza y le sigo.

Los indígenas empiezan a crear cambuches alrededor de un gran árbol que de seguro los cubrirá un poco de la lluvia.

Veo como Rumer se desvía y el indio asqueroso, está hablando con él, no les prestó atención ya que no entiendo su lengua, ellos se detienen frente a un gran roble que tiene un hueco en el tallo cerca de sus raíces tocando tierra, escucho pasos detrás de mí y veo a 5 hombres de Rumer con palos, mantas de cueros y otras cosas a las cuales no alcanzo a reconocer, veo como ellos empiezan a armar el cambuche en el hueco del árbol, pero Rumer les dice algo y ellos dejan de hacer lo que estaban haciendo y se marchan, el indio asqueroso pasa por mi lado y me mira, se ríe pronuncian algo y todos empiezan a reír, mi rostro se colocó más rojo que una fresa madura, y me provocó ahorcar a ese estúpido indio que ha hecho mi vida más difícil y amarga, cuando ya no escucho sus pasos me acerco a Rumer.

-Que dijeron... yo... yo no entendí lo que dijeron.

El me mira con una pequeña sonrisa que trato de ocultar.

-ven y construyamos nuestro cambuche.

- ¡¿Por qué no me quieres decir?! le dije con más ira dentro de mí porque sé que se divertían a costa mía.

-No te va a agradar, así que date prisa que se va a venir el agua más fuerte.

Estuvimos un muy buen rato, tratando de armar el cambuche, pero siempre lo hacía mal, coloque en el piso, la manta de cuero que iba en el techo y la manta que iba en el suelo la coloque en el techo.

Rumert me hizo desarmar todo y comenzar de nuevo sin ayudarme entonces noté que la manta del techo era liza por encima y peluda por dentro y la del suelo era igual, pero era mucho más peluda y así pude armar el cambuche, él colocó los palos ya que yo no contaba con la fuerza para hacerlo y así poco a poco fuimos armando nuestro refugio.

Él en este momento está prendiendo una fogata dentro, al principio me dio miedo y le dije que, si quería que muriera quemada, pero cuando vi que la fogata estaba cubierta por piedras y el humo salía del centro de la chocita improvisada me tranquilice, yo estoy acomodando las mantas en donde vamos a dormir.

- ¿Que estás haciendo?

-Arreglando las mantas para acostarme.

-De ninguna manera te vas a acostar con esa ropa tan sucia.

Mujer MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora