Me gusta que me mires y te rías. Me gusta la curva perfecta que forman tus labios y lo hinchados que se ven de buena mañana. Me gusta cuando me abrazas y me envuelves como si fuera un regalo, aunque mi mejor regalo seas tú. Me gusta cuando apoyo mi cabeza sobre tu pecho y escucho el compás que marca tu corazón. Y es curioso como el mío decide seguir ese mismo ritmo, tan acelerado, porque saben sincronizarse como si solo existieran ellos dos. Me gusta tu perfume, ese mismo que se impregna en mi ropa después de estar contigo; el aroma de tu piel. Me gustan tus lunares, tus ojos claros frente a la luz y acariciar tu barba aunque me raspe los dedos. Me gusta cuando respiras, cuando te pones nervioso, cuando crees tenerlo todo bajo control pero aparezco yo y descoloco todos tus planes. Me gusta que me quieras de esa manera, tan tuya, tan nuestra. Me gusta que me cuides como si fuera lo más preciado, que seas mi primer pensamiento de buena mañana y que las cinco letras de tu nombre aparezcan en perfecto orden cuando pienso en mi futuro.
