Si yo no creo en mí, ¿quién lo va a hacer?
Suelen decir que si el camino es fácil quizás es porque no vale la pena. Y sí, yo también lo creo. Lo creo porque con esfuerzo la victoria sabe mejor.
Así que no, no me voy a rendir. Voy a dejar que mis sueños hablen por mí, que no apaguen la luz que alumbra ese verde esperanza, que me ayuden al caminar y que no me permitan retroceder. Voy a abrir ese libro en blanco y dibujaré una escalera. De colores. De muchos colores. Una escalera para subir, para avanzar, para llegar a todo lo que me proponga. Y cuando me caiga, aprenderé. No importa, a todos nos pasa. Mis rodillas ya han sufrido innumerables rasguños, pero he aprendido algo: sacar una lección de cada fracaso es subir un peldaño en la escalera del triunfo. Y yo voy a por todas.
