He aprendido que la vida es mantener el equilibrio, andar descalza, sentir la arena entre tus dedos y moverte donde el aire te empuja sin querer. He aprendido a dejarme llevar, a no pensar tanto, a disfrutar sin miedos. Porque todavía recuerdo cuando no era feliz y tenía que medir cada paso, aliento y respiración. Y ahora ya no. Ya no más frenos, ataduras, ni bombas que estallan cuando ya no puedes más. Se acabaron las noches de insomnio cuando la cabeza se convierte en la peor de las batallas y luchas porque quieres hacer lo correcto pero no sale. Pues... si no sale, es porque no tiene que salir. Si no sale, es porque ya saldrá. En otro lugar, en otra persona, en otro tiempo. Si no sale es porque no es el momento, pero tampoco es el final. Y por eso no espero, ni me desespero. Por eso voy a vivir-te. Por eso no mido lo que siento o lo que debería sentir. Por eso mis impulsos ahora mismo me llevan a ti. Por eso mi corazón late un poquito más rápido y me hace escribir esto sin pensar. Y no pienso, solo me dejo llevar. '¿Por qué no haces lo que te apetece?', me preguntaste aquel día. 'Porque cargo a mis espaldas los fantasmas del pasado', era la respuesta (aunque creo que me quedé callada).
No más fantasmas, ni pánicos, ni presiones en el pecho. Sí más yo. Sí más vida y menos cordura.
