I. Operativo.

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―Pues sí…―decía Marco, observando a través de unos prismáticos, atisbando desde una azotea―. Ahí están. Fíjate, qué tíos más listos. Y tal y como nos dijo Sergio, ¿eh?

Juanjo cogió los prismáticos y observó, desde la azotea del edificio, enfocando justo al banco que había enfrente. Una furgoneta acababa de llegar. Aparcaba justo enfrente del banco. Marco movió la cabeza, preparado para que pasara lo peor. Sabía de sobra qué iba a ocurrir a continuación.

―Muy bien, José Antonio―dijo Marco, a través de un walkie – talkie―. Cuando quieras entra con Héctor y neutralizáis a los tipos esos.

―Creo que nos superan en número―dijo Héctor, en desacuerdo―. No voy a entrar para jugarme la vida sabiendo que…

―Vamos a entrar tras ellos―repuso José Antonio―. Además, contamos con la ayuda inestimable de Rafa, que está rodeando el edificio.

―Sí, Rafa es una gran ayuda, eso no lo dudo―dijo Héctor―. Pero a mí los que me preocupan son los inútiles que le acompañan. No sé en qué está pensando Sergio, tío, parece que lo hace aposta para fastidiarnos. Además, lo nuestro no es el trabajo de campo...

Marco y Juanjo abandonaron su puesto de vigilancia y bajaron lo más rápidamente que pudieron. De la furgoneta se habían bajado cuatro sujetos con pasamontañas y armados hasta los dientes. Entraron al banco pegando tiros al aire. José Antonio y Héctor se acercaron poco a poco a la puerta del banco.

―¡Que nadie se mueva! ―gritó uno.

―La típica frase―dijo José Antonio, apostado afuera, en la esquina más próxima, que distaba de la puerta del banco no más de tres metros―. Ahora, Héctor, a la de tres, entramos, tú disparas al tío de la ametralladora y yo me acerco al que lleva la otra pistola y lo hundo en el suelo.

―Bueno, vale. No lo veo, pero va, lo que tú quieras―dijo Héctor, encogiéndose de hombros y sacando su pistola thaser―. A la de una, a la de dos…

―¡Y a la de tres! ―exclamó José Antonio.

Como un elefante en una cacharrería, entraron al banco. Héctor disparó contra un tipo armado con una ametralladora enorme y José Antonio corrió hacia el otro antes de que pudiera reaccionar y le dio un puñetazo que le destrozó la nariz y le hizo sangrar por el labio. El tipo aquel quedó inconsciente.

Uno de los otros dos sacó una pistola y apuntó hacia Héctor.

―Tú, tira la pistola y al suelo―dijo.

Héctor levantó las manos. En ese momento Marco y Juanjo hicieron su aparición estelar por la puerta del banco y Marco, sin pensarlo dos veces, disparó contra el que apuntaba a Héctor.  El que quedaba se acercó a la puerta. José Antonio avisó al grupo de Rafa por el walkie – talkie.

―Hay uno que intenta escapar, cogedle.

―Eso está hecho―dijo Rafa, afuera―. Lucas, a la puerta del banco, neutralízale.

ADICT I: Tsunami (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora