IV.Macabro.

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Al día siguiente José Antonio llegó temprano al cuartel general de ADICT, listo para dar los últimos retoques a su Proyecto de Final de Carrera. Se extrañó de no ver allí a Sergio, y más aún de no ver a Javi. Eran más de las diez, ninguno de los dos tenía clase ese día.

―Lo que yo diga―bufó―. Los unos con el ansia, y los otros con el asunto vampírico. Si es que aquí pasa de todo. No hay nadie normal en este maldito sitio excepto yo.

Pero Sergio llegó entonces, acompañado por Natalia, que le cogía de la mano. Natalia se quitó los guantes que llevaba y la capucha, así como las gafas de sol.

―No vuelvo a salir a la calle con este tiempo―dijo Natalia―. Y menos para venir aquí...

―Tú te empeñaste―le dijo Sergio―. Así que ahora no te quejes.

―Bueno, ¿sabe alguien dónde está el señor presidente?―preguntó José Antonio, que empezaba a cansarse de tantas estupideces y tan temprano.

―Pues según me dijo ayer―contestó Sergio―, a las nueve y media iba a venir. Así que está en su despacho.

―En su despacho no hay nadie―dijo José Antonio―. Es más, acabo de llegar yo y he abierto el sitio. Esto estaba cerrado.

Sergio se extrañó. Javi era el tipo más puntual que conocía. Antes de diez minutos de la cita él siempre solía estar en el sitio, esperando. Así que le pareció muy raro que no estuviera allí.

―Yo sé lo que ha pasado―dijo José Antonio―. Que tiene el ansia puta. Y Marta también. Así que han cogido los dos, se han ido por ahí y ahora mismo la pobre muchacha debe estar embarazada de sextillizos como mínimo...

Sergio le miró y estalló.

―¡¡TÚ ERES IMBÉCIL!!―gritó―. ¿Te piensas que Javi es de esos? A ver si te entra en esa cabeza de melón, Javi es un tío decente y honrado.

―Mira―dijo José―, tiene de decente lo que los políticos de buena gente.

―Anda ya―Sergio se dirigió a su despacho dejando a José Antonio por imposible. En ese momento el móvil de José Antonio sonó. Era un mensaje.

 

No puedo llamarte. No tratéis de buscarnos.

 

―¿Qué pasa?―preguntó Sergio.

―Que no tratemos de buscarles. ¡Buenooooooo!―exclamó José, medio riéndose―. Ya se han fugado. ¡Esto lo veía venir!

Laura llegó en ese momento.

―Tenemos problemas serios. Javi y Marta han desaparecido. En el callejón donde estuvisteis anoche encontré esto― les tendió un pañuelo blanco, cubierto por la suciedad del callejón―. Es de Marta. Seguramente lo dejó caer.

ADICT I: Tsunami (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora