*Narra Louis
¿Qué tengo que hacer ahora? ¿La sigo o me quedo aquí? Necesita estar sola. ¿Y si comete alguna locura? Está cabreada y no piensa antes de actuar. No eres el indicado para estar a su lado. ¿Eres mi conciencia? La misma. No puedo dejarla sola. Necesita ayuda. ¿No la odiabas? No me cae bien. Eso es lo que quieres creer. ¿A qué te refieres? Ya lo descubrirás. Ahora ve con ella.
Me puse una camiseta y unos tenis rápidamente y salí de la cabaña tras la extraña conversación con mi conciencia.
La pregunta es: ¿dónde está? En la piscina están los chicos y Jess. En las cabañas no. Comedor y recepción tampoco. Así que, sólo queda el bosque. Mierda, eso es gigante.
Corrí hacia la entrada del bosque y suspiré antes de entrar.
*Narra _____
Tras unos minutos, encontré un gran lago. Me senté en la orilla y me puse a pensar. En Jake y en mi padre. Y por raro que parezca, Louis también pasó por mi cabeza. ¿Por qué? Pues porque me intentó ayudar. Pero es imbécil. Si hubiese sido otro de los chicos o Jess, quizás le hubiese contado lo que me pasa. Pero a él no. Tarde o temprano lo usaría en mi contra para hacerme daño, que es lo que lleva haciendo desde que nos conocimos.
Al otro extremo de la orilla, pude divisar una botella de cristal. Sin si quiera pensarlo, me levanté y fui a por ella. La cogí y volví a sentarme en mi sitio inicial. Le di un fuerte golpe contra el suelo, haciendo que se rompiera en una decena de pedacitos. Cogí uno de ellos. El más grande. Lo puse sobre mi muñeca, pero sin ni si quiera rozarla. Comencé a darle mil vueltas al cristal. ¿Era eso lo que quería realmente? ¿No volver a respirar nunca más? ¿Ver el sufrimiento de mi madre y de Jess? Aunque, por otro lado, acabaría con todo mi sufrimiento. No sabes lo que es el sufrimiento. No aún. ¿Conciencia? Sí. Genial, ahora hablo con mi conciencia. Estoy aquí para ayudarte a hacer lo correcto. Según tú, ¿qué es lo correcto? Soltar ese cristal e ir con tus amigos a pasarlo bien. Disfrutar del verano. De tu juventud. De tu vida. Mi vida lleva de mentiras. No quieres hacer esto. Si quisieras, ya lo hubieses hecho.
Tiene razón. No quiero hacer esto. No quiero. Lo único que quiero es borrar la última hora de mi vida. No leer el mensaje de Jake. No contestar la llamada de mi padre. Volver a la piscina con mis amigos, aunque implique volver a ver a Louis.
—¡JODER! — grité desesperada. Solté el cristal y me tumbé en la fría tierra, dejando fluir tanto mis pensamientos como mis lágrimas.
*Narra Louis
—¡JODER! — gritaron a escasos metros míos. ¿Esa era _____? Sí, lo era. Corrí hacia el lugar proveniente del grito. Allí vi a la chica tumbada en la tierra.
—¡____! Por fin te encuentro. Estaba preocupado.
—Louis... —dijo ella al borde de lágrimas. Me acerqué a ella y le ayudé a levantarse del suelo. —Estoy harta... —continuó sollozando.
—No te preocupes. No dejaré que te hagan daño —le prometí acercándome más a ella, hasta poco a poco abrazarla. Pensé que me apartaría, pero en cuanto estuvimos unos segundos abrazados, ella me agarró más fuerte y empezó a llorar en mi hombro. Yo no sabía qué hacer. ¿Qué se suele hacer en estos casos? Nunca fui de esos que tienen mejor amiga y le consuelan en todo. Siempre fui de chica en chica, de flor en flor. Mentira. Ignoré a mi conciencia, que últimamente se mete mucho en mi vida, e hice lo que primero se me pasó por la cabeza: acariciarle la cabeza y susurrarle cosas consoladoras.
—Tranquila. Todo estará bien. Volvamos a la cabaña — dije. Ella asintió aún en mi pecho y comenzamos a caminar hasta la salida del bosque.