Capítulo 8

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Los sueños no se quedaron por mucho tiempo cuando los recuerdos volvieron a su lugar, iban poco a poco, podía ver todo como una película vieja que omitía algunas escenas y sus ojos azules aún continuaba ahí.

Habían pasado un par de días desde la restauración completa de mi memoria, el cambio completo de personalidad y quien estaba ahí en ese momento no parecía tan dispuesta a darme el mismo consuelo que Lisa me daba. Su cabello rubio era ligeramente largo y un poco ondulado, con esos ojos grises sonriendo en mi dirección.

— ¿Te sientes mejor?

—En realidad la operación me tiene un poco nervioso.

Apenas lograba admitir que no estaba cómodo con el simple hecho de pensar en la cantidad de doctores inmersos en mi caso a punto de remover mi cerebro hasta buscar eliminar casi completamente el cáncer. Quería estar libre, deseaba salir de esas paredes blancas, pero no estaba feliz por necesitar una operación y aquello junto con toda la frustración en mi interior, tanto como la ira me hacían sentir inestable, temeroso...

—Todo estará bien, tal vez la operación dura varias horas, pero al salir solamente deberás preocuparte por la recuperación.

Emma apareció en el umbral de la puerta y de manera casi inmediata la mirada asesina de Elizabeth se poso en ella. Me acusaba cierta intriga ver como Elizabeth miraba a cada chica a mi alrededor, como si fuera un cachorro y ella tuviera el deber de protegerme o como si cada una de ellas fuera su enemiga. La chica de ojos azules camino con tranquilidad hasta el escritorio con la clásica bandeja de medicamentos, y permaneció junto al escritorio mientras me observaba sentado en la cama.

—Ella tiene razón —dijo en cuanto Emma le regreso la mirada retadora—. Después de eso todo estará bien, volverás a la glamurosa vida de Michael Jackson y con suerte la situación del cáncer será solamente un recuerdo perturbador.

—Las dos tienen más esperanzas en esta operación que yo —dije dejando la cama para ver la bandeja de alimentos que Emma había depositado en el escritorio.

—La esperanza es lo único eterno —respondió Emma tomando con discreción mi mano.

Y era verdad, estando entre esas paredes con visitas espontaneas de Lisa y Elizabeth, lo único que me parecía real del mundo era Emma, de alguna manera continuaba aferrado a ese amor, a lo real de mis sentimientos por ella mientras el exterior continuaba pareciendo un mito resonando en las paredes de mi mente. Solamente esos ojos azules eran capaces de volverme a la realidad, recordarme que cada mañana debía despertaba con el único propósito de salir de ese lugar, volver a mirar el cielo azul en el exterior y no desde una ventana, sentir como el aire movía mi cabello al compás de una melodía cantada por las aves, deseaba tanto volver a exterior que el ser candidato para la operación, lejos de hacerme sentir feliz por mi condición de salud, me daba la esperanza inmortal de ir lejos de aquellas paredes blancas. 0

—Todo estará bien, ¿no? —le dije a Emma buscando conseguir una sonrisa de su parte, una de esas maravillosas sonrisas con el mensaje de "Todo estará bien" impregnado.

—No deberías temer nada, si eres candidato para poder realizar a la operación lo siguiente son solamente buenas noticias —me acarició el mentón.

—De eso puedes estar seguro —la voz de Elizabaeth interrumpió el momento entre nosotros, pero no evito mantener nuestras manos entrelazadas.  

—Toma los medicamentos —me ordeno con suavidad—. En unos minutos vendrán para hacer las ultimas evaluaciones a tu situación y seguramente en una hora más estarás de camino al quirófano. 

Me tome la libertad de asentir dejando su mano a un lado para caminar directo a donde se encontraban los pequeños vasos con diferentes tipos de píldoras en ellos, los mire por un momento antes de sostenerlos en mi mano, eran tres vasos en total, no comprendía  muy bien la utilidad de ellos y tampoco tenía ganas de una explicación, así que sin mucho preámbulo tome la píldora de cada vaso  tomando un poco de agua al final. 

— ¿Qué es lo siguiente? —musite perdido en la vista de mi ventana. 

Escuche la respuesta, sus explicaciones sobre los procedimientos siguientes, Emma tomó mis signos vitales revisando meticulosamente que todo se encontrará correcto, otra enfermera obligo a Elizabeth a dejar la habitación mientras comenzaban el proceso para poner la intravenosa en su lugar y finalmente comenzaron a administrar la anestesia en mi torrente sanguíneo. 

—Te veré pronto, debes ser un hombre valiente y fuerte —me dio un beso en la frente tomando algo parecido a una mascarilla de oxigeno en una mano—. Te estaré esperando aquí —dejo un beso más en mis labios y coloco la mascarilla en su lugar, vi su sonrisa de nuevo y me quede con ese último recuerdo mientras las pastillas y el liquido corriendo en mi sangre causaban reacción. Estaba mareado e inmóvil, pero incluso en ese estado vegetativo estaba escuchando con atención lo que podría convenirse en el recuerdo antes de mi muerte. Me había negado a pensar en eso como una posibilidad, no obstante, estaba elevado, escuchaba los latidos lentos de mi corazón y cada gota de sangre recorrer mi cuerpo me hizo dejar el miedo a un lado.

Tuve una buena vida, lo hice bien, lo hice como me pareció mejor y nunca di menos que lo mejor de mí. No era malo morir, y tampoco lo era morir ahí.  

Todo comenzó a desvanecerse poco a poco, el blanco de la habitación me tomo abrazo y una luz inmensa logró deslumbrarme. 

 —Señor Jackson, cuente del 100 al 1 por favor —escuche una voz a lo lejos, seguir su orden en cuanto pude mover los labios. 

100 , 99, 98, 97 —el azul se hizo presente—, 95, 94, 93 —ese no era el azul de los ojos de Emma—, 92, 91 —aquel era el azul de Janne, Janne Adams, me estaba llamando, quería tenerme a su lado, era importante, debía ir—... 90...

Todo se volvió oscuro de un momento a otro, deje de contar y el silenció era lo único reconocible  dentro de esa atmósfera, me dese flotando, pensando en nada por un instante, la luz blanca volvió de nuevo en algo parecido a un túnel, me acerque lento, dudoso y a la vez esperando a descubrir el origen de aquel punto brillante. 

Es un niño —le escuche gritar a alguien mientras un par de gemidos se escuchaban a lo lejos junto a un par de sollozos—, es un precioso niño, señora Adams.

Speechless #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora