Capítulo 24

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Todo estaba dicho, cada posesión a su respectivo dueño y nadie esperando más o menos, mi padre había pensado bien cada uno de sus movimientos, incluso conmigo, me conocía lo suficiente para obligarme a replantear lugar en la vida.

—Una canción —dijo mientras me miraba sostener la hoja de papel entre mis manos.

—Una de muchas más. Al parecer estaba seguro de cómo hacerme entender su perspectiva de la vida —leí de nuevo las palabras plasmadas en la hoja, cada palabra parecía mirarme como él lo hacía cuando era pequeño—, en realidad no me sorprende del todo, las música siempre fue para mí un medio excepcional, podía memorizar las capitales del mundo cantando, él quería darme un mensaje.

—Quería decirte cuanto te amaba, eso debió costarle mucho trabajo. 

—Y la mejor solución, una canción.

Me acarició los hombros luego de sentarse en el brazo del sillón.

— ¿Te sientes bien? 

—No lo sé, en realidad he pasado tanto tiempo molesto con mi familia, y ahora no puedo recordar con claridad el motivo. Me gustaría regresar el tiempo, olvidarme de esa ridícula guerra entre nosotros y correr a sus brazos para consolarme, ellos nunca me negarían el consuelo.

—Todavía tienes a tu madre y a Janet, quedarte completamente solo puede ser más trágico.

—Sí, puedo imaginarlo. 

—No deberías, ningún hombre o niño debe vivir sin padres, me gustaría una ley contra eso.

Sus palabras me hicieron volver a Denver, con Matt, con ese mítico niño al otro lado de la estancia esperando a mirarme, acusándome de haber huido con la cobardía para cubrirme del frío.

—A veces no es culpa de los padres.

—Lo sé, no es como si planearan abandonarte o algo parecido.

— ¿Y si lo hicieran? Si planearan dejarte a mitad de la nada sin recurso alguno para sobrevivir, sería mejor no tenerlo a tu lado.

—Tal vez, pero es extraño ser padre y planear algo como eso.

—Quizá el niño no está seguro contigo, probablemente es mejor dejarlo con alguien capaz de cuidarle, darle cariño, una buena vida, felicidad.

—Nada justifica el abandono de un hijo, Michael. 

—Si no tienes nada para ofrecer...

—Es muy tarde, debiste pensarlo antes de poder traerlo al mundo. Nadie debe pagar por las culpas de los padres, nadie debería tener daños colaterales si es completamente inocente.

—La vida no es tan fácil —me puse de pie dejándola caer de costado contra el sillón mientras me miraba con el ceño completamente fruncido por ese arrebato—. No puedes solamente tomar a un niño e intentar cuidar de él cuando no tienes manera alguna de cuidar de ti mismo.

—Entonces debes aprender, puedes echar a perder tu vida tanto como quieras si no vas a dañar a alguien, traer al mundo a un niño para después dejarlo a su suerte es el acto más cobarde de ser humano —se puso de pie también quedando de frente a mí, penetrándome con furia, intentando saber si le ocultaba algo tras el marrón de mi iris, buscando las evidencias de mi culpa.

—No sería bueno para criar a un niño.

—No puedes saberlo sin antes tratar.

—No lo soy, sería un padre horrible, sería el pero de todos porque yo haría cualquier cosa por darle mi hijo a alguien capaz de criarlo —bajé la mirada avergonzado, pensando en el rostro de aquel niño, en no creer en ninguna de las palabras terribles de Matt, él no podía ser mi hijo, el no debía ser mi hijo.

—Puedes cambiar de opinión con los años, a veces los hombres le temen a no ser bueno padres y  terminan usando vestido en la fiesta de té de su hija. Pelear con tus padres o no tener una buena relación con ellos no dicta tu carácter al educar a alguien —me abrazó por el cuello, deje mis brazos alrededor de su cintura—. Eres noble, valiente, tierno, capaz de iluminar el día de cualquiera con una simple sonrisa, eres maravilloso, todo el mundo cree, tal vez tú deberías creerlo también.

—Quiero intentarlo, quiero pensar en mí como una persona buena.

Y no podía por todas las promesas rotas, el corazón de Janne era parte del peso de mi espalda, pensar en esas noches en vela en el hospital, todas y cada una de sus lágrimas derramadas por mí, no me atreví a llevarla conmigo, no me atreví a llamarla o pensar en ella por miedo a lastimarla cuando el daño estaba hecho desde aquella mañana escribiendo la carta luego de hacer el amor y jurarle mi lealtad eterna. 

—Bien, comienza en este momento, antes de ir a dormir, ¿bien? 

—Sí.

Me beso los labios terminando el abrazo, desapareció tras la puerta del baño, la habitación vacía comenzó a reflejar mi culpa en cada pared, los parpados me pesaron y mirando la hoja tirada en el suelo una discusión inició en mi interior. 

Ver al hijo de Janne era mi deber, saber si era o no mi hijo también, no podía volver a Londres, al menos no en 6 meses, y necesitaba todo el tiempo posible.

—Duerme bien —me susurró al oído en cuanto llegó a la cama, me beso la ciente izquierda de la cabeza sin notar mi insomnio. 

Sus tormentosos ojos azules se cerraron, la oscuridad me arrebató el sueño los ojos azules de Janne se plasmaron en el techo junto a mis últimas palabras.

Espera por mí.

Siempre tuyo, Michael.

¿De verdad siempre fui suyo? En cada momento con ella busque no mentir en lo más mínimo, todo fue real para mí, cada plan tazado, cada caricia y cada beso, yo de verdad la amaba, la amaba hasta el punto de sangrar. ¿Cuándo cambie tan radicalmente? ¿Cuándo dejé de ser el Michael de Janne para volver a lo habitual? Intentaba contar los segundo buscando el momento preciso sin lograr ubicarme, estaba completamente confundido, no tenía un letrero de antes y después, solamente el corazón esclavizado por mis sentimientos confusos, aprisionado entre fantasma de Emma, anhelando a Jenne y olvidando cómo tomar una decisión verdadera, ¿Quién era? ¿A quien amaba?

—Debo ir a Denver —me levanté de la cama tomando mi valija y empacando cada prenda de ropa.

— ¿Cómo? —preguntó Emma frotando sus ojos con fuerza para costumbrarse a la luz.

—Debo ir a Denver, necesito volver —le respondí suplicante y ella se levantó de la cama con con los ojos ligeramente llorosos.

—Iremos a Denver. 

Anunció con la voz rota. 

Speechless #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora