Capítulo 6 *Feliz Cumpleaños Michael*

81 9 10
                                    

El sol comenzó a brillar con mucha tranquilidad y apenas había podido dormir la noche anterior, el día previo al cumpleaños siempre era imposible dormir, me emocionado saber qué me esperaba ese día, mi cumpleaños siempre me pareció especial, aún cuando a veces no había regalos o un pastel era un día perfecto para mí. Cualquier niño con un poco de alegría podía sentir ese cosquilleo inundando sus entrañas. Siempre creí que los cumpleaños eran como un tributo a tu existencia, un gracias por las carcajadas y buenos momentos a tu lado, era la ilusión de ser alguien importante en un día importante para personas importantes. 

Agosto se despedía poco a poco de nuestras vidas no sin dejar un pequeño recuerdo que conservar hasta el siguiente año, ese era mi cumpleaños, el 29 de Agosto de cada año, sin falta alguna desde mi nacimiento se había coronado como el mejor de los días, el mes parecía decir adiós con una mano y una sonrisa pintada en el cielo, cada verano el sol nacía del horizonte ese preciso día solamente para despejar la nube de los sueños y darme la bienvenida a un año más de vida. 

-Michael -pronunció mi madre con ese tono dulce en la voz, abrió la puerta y pude escuchar sus pasos silenciosos a la ventana, corrió las cortinas y el sol deslumbro por completo mi cara, pero esos rayos penetrando al interior de mi habitación solamente me hicieron abrir los ojos. Se acerco con las manos en la espalda, mientras me incorporaba sobre la cama aprovecho para tomar asiento a mi costado, me revolvió el cabello con media sonrisa como si ocultara entre sus manos el más grande de los secretos-. Feliz Cumpleaños, mi querido niño de ojos grandes. Este regalo es solamente de mi parte -me tendió la caja circular anudada con un listón. La abrí casi al instante y mis ojos se iluminaron como un par de estrellas centellando por la noche-, en cuanto pensé en ti, no pude apartar la mirada, me pareció el regalo perfecto.

Era un sombrero, un fedora color negro con un listón blanco a su alrededor, era suave al tacto y tenía ese olor a nuevo, lo puse con cuidado sobre mi cabeza, justo en ese momento nos volvimos uno, parecía un poco grande para mí, pero el cabello me ayudaba a sostenerlo. Vi fragmentos del futuro en donde me encontraba con él a mi lado, tal vez desde ese momento se volvió mi mejor amigo.

-Es el regalo perfecto -le dije saltando a sus brazos como agradecimiento-, muchas gracias, mami. 

-Todo por mi pequeño. Debemos salir salir rápido, por favor toma una ducha y busca tu mejor traje, no te olvides del sombrero. 

-Sería incapaz. 

Devolví el sombrero a la caja poniéndolo bajo mi cama, fui directo a mi armario buscando mi mejor traje y finalmente me dirigí al baño, mi padre se encontraba saliendo justo en ese momento, me dedico un movimiento de cabeza sin decir nada, esa era una manera de desearme un feliz cumpleaños, lo comprendía, no era bueno con las palabras o demostraciones de cariño, pero al final encontraba una manera, su manera de hacerte saber que te amaba. 

- ¿Michael? -estaba a punto de cerrar la puerta cuando me llamo, asome la cabeza entre el marco y la puerta para verlo a la cara-. Feliz Cumpleaños -dijo sin esperar una respuesta de mi parte. Me sentí totalmente perplejo, no tenía una verdadera respuesta para eso, pero el rubor de mis mejillas fue el encargado de reflejarlo en el espejo, mi padre me había deseado un feliz cumpleaños y aquello podía ser el mejor recuerdo de todo mi vida. 

Luego de unos minutos cantando bajo el agua así como aseando mi cuerpo salí de la ducha con una sonrisa enorme entre los labios, mis dientes podían verse sin ningún problema, estaba feliz, me sentía dichoso con esa simplicidad. Un par de palabras, un sombrero, la sonrisa de mi madre y aquel dibujo hecho por mi hermana sobre mi cama eran los pequeños detalles que hacían grande ese 29 de agosto, los placeres simples siempre eran los más significativos.

-Feliz cumpleaños -dijo mi pequeña hermana en el umbral de la puerta esperando a ser invitada a pasar.

-Gracias -le abrí los brazos para abrazarla y por unos instantes eramos solamente nosotros en esa casa. 

-Termina de vestirte, hay una sorpresa esperando por ti.

Me dejo sin dar ni una pista sobre "la sorpresa" termine de vestirme, cada prenda completamente planchada estaba en su lugar sin arruga alguna, el fedora era un accesorio especial que le sentaba bien a mi atuendo y finalmente sin mucha prisa baje las escaleras, todos estaban en la sala sentados esperando por mí. Janet fue la primera en levantarse, corrió tomando la mano de mi madre y la de Jospeh al mismo tiempo, ellos también se pusieron de pie y en cuanto me encontré a su lado decidimos salir de casa. Mi padre nos llevó a un restaurante, el ambiente era muy agradable, la música tranquila, cada melodía me convocaba a bailar. Hablamos de manera amena mientras pasaba la tarde tras las ventanas, las risas no faltaron y tampoco aquel regalo sorpresa de mi padre. Estaba dentro de una pequeña caja de color negro con el interior aterciopelado, era un anillo de oro con la J en el frente y al interior el nombre de todos los miembros de mi familia: Joseph, Katherine y Janet. Le dedique la sonrisa más dulce de todas cuando lo vi, el anillo hablaba por mi padre, decía cuanto me amaba sin pronuncia una palabra alguna y esa era una de las mejores maneras de decirlo.

-Llegó la hora del pastel.

Gritó Janet levantando las manos mientras uno de los meseros se acercaba con un pequeño pastel en medio de su bandeja. Tenía cinco velas encendidas cuando llego hasta mi lugar. 

-Pide un deseo -dijo mi madre.

 Y cerrando los ojos por unos instantes me aferre a una simple petición, estar con ellos siempre, estar con ellos el resto de mi vida y nunca alejarme, el resplandor de las velas me cegó y cuando volvía abrir los ojos el techo blanco me dio una nueva bienvenida al hospital, aún estaba entre esas paredes blancas, mi deseo no se había hecho realidad, mi familia no estaba ahí, me encontraba solo, a mitad de una habitación blanca reviviendo recuerdos porque al parecer eran lo único que me quedaba. 

-Feliz cumpleaños, Michael -me susurré a mí y mi soledad. 

Speechless #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora