Le acaricié el cabello como si aquello le hiciera abrir los ojos de una vez por todas, le miraba cada mañana esperando a obtener una respuesta de su parte, no había pasado tanto tiempo desde la cirugía, los días eran fugaces al tenerle tendido en esa cama, era como sentir su ausencia a pesar de tenerle ahí, sus ojos cerrados mientras continuaba conectado a esa máquina respirando por él.
Mi único consuelo era poder cuidarle de cerca, verlo cada hora a pesar de no poder obtener mirada alguna de sus hermosos ojos.
— ¿Emma? —escuche la voz de una de mis compañeras a mis espaldas—, ¿No deberías estar en casa a esta hora?
—No podía irme, el señor Jackson...
—Necesitaba tener a su enfermera estrella a su lado toda la noche, ¿no?
No me atreví a dirigirle la mirada, lo sabía, todo el mundo estaba al tanto de mis sentimientos por él desde el inició de su aceptación en el hospital, era inutil intentar ocultarlo, cada minuto a su lado me hacia preguntarme con cierta furia cómo me atreví a dejarlo a mitad de la nada sin una verdadera explicación, a pesar de amarlo con cada célula de mi ser, desde mi llegada a ese lugar la soledad era un estilo de vida, pero volverle a ver me recordó a la felicidad de estar enamorada.
—En realidad lo necesitó yo.
—Emma, él seguirá aquí por la mañana, incluso si despierta.
—Es que quiero ser lo primero que vea cuando despierte.
—Suerte con eso.
Levante la mirada con media sonrisa y dejé en ella esa mirada llena de esperanza que tenía, debía estar ahí, sin importar cuanto me persuadiera de volver a casa o simplemente abandonarlo a la suerte, no era tan fácil.
—Yo sé que volverá en cualquier momento, él es la clase de persona que nunca se da por vencido y no voy a dejarlo.
—No siempre se trata de eso —se encogió en los hombros—. Puede pasar años postrado en esa cama y no es cuestión de no darse por vencido.
—Entonces pasaré años cuidando de él —deje de mirarla para poder observar de nuevo sus ojos cerrados, era como si estuviera durmiendo, navegando entre sueños llenos de magia, en ese momento más que ne cualquier otro deseaba poder adivinar sus pensamientos.
—Suerte con la guardia de hoy —terminó por decir antes de retirarse.
No volví a mirarla, pero me atreví a tomar una silla para colocarla cerca de su cama, me senté a su lado tomando su mano con cierta firmeza antes de posar su mano en mi mejilla.
—Me gustaría saber si puedes escucharme, tener por seguro que casi todas mis noches de insomnio a tu lado se vuelven reales, ¿me contestas? Siento como si pudiera hacerte mil preguntas y entonces de pronto solamente asintieras. Michael, te amo, nunca deje de amarte y tampoco tenía en mi planes dejarte como si todos mis sentimientos no existieran, ¿lo sabías? ¿Alguna vez despertaste a mitad de la madrugada pensando que todo era un mal entendido? Porque yo lo hice cientos de veces, deseaba volver a tu lado sin importar a quien debería enfrentar, entonces simplemente me plantee la idea de regalarte tranquilidad, eso suena muy estúpido ¿cierto? —mi aliento reboto contra el silencio volviendo a mis oídos como un eco—. No sé si algún día puedas perdonarme, no te culpo si no lo haces, sin embargo... te seguiré amando—le di un beso en la mano antes de acomodarla en su costado, dejando mi cabeza caer junto a esta con la mirada directo a la puerta obteniendo una vista completa de su panorama.
Se podía ver la cama vacía a media luz, el lugar estaba completamente vacío, mientras me dedicaba a contar a cada una de las personas pasando por lo largo de este hasta desaparecer de mi vista, sin duda tantos uniformes blancos debían causar una especie de melancolía por el exterior lleno de colore, cada pared completamente pulcra convertía una ventana en un portal a un mundo maravilloso con el azul adornando el cielo.
—Te prometo algo —dije enganchando su meñique con el mío como hacía cuando era niña—, cuando despiertes te llevaré al techo del edificio, a mirar un amanecer o un atardecer —cerré los ojos para descansar por un momento—, será como quieras. Lo juro.
Me quedé con los ojos cerrados, sintiendo su tacto en mi mejilla, al menos el dorso de su mano lograba darme el calor suficiente para no morir de frío en esa noche llena de silencio. El soplido del viento me llevó un susurro hasta mis oídos, parte de mi reconoció la tesitura tan dulce de aquellas palabras, mientras otra parte de mí entendía el terrible mal entendido, no quería pensar, su magia era capaz de llevar sus palabras con el viento y al diablo con quien deseaba decir lo contrario.
Es una promesa, siempre debes cumplir tus promesas Emma.
Era una promesa, como la de amarle cada día de mi vida sin esperar nada a cambio, como la de cuidarlo mientras me fuera permitido, era una promesa volver a ver la puesta de sol o el nacimiento del astro, no era capaz de defraudarle, tal vez nadie lo era, pero yo había aprendido a cumplir mis promesas, todas y cada una de ellas desde nuestro primer encuentro, sin consciencia alguna de cuanto iba a significar el marrón de sus ojo en mi vida. Quizá sin saberlo, el destino me había dejado tocar a una de sus maravillas, sostenerle entre las manos para apreciar el brillo de una verdadera estrella y el canto de un ángel, también me lo había arrebatado con el fin de recordarme como el mundo sigue girando pese al dolor de corazón. Todo ese tiempo me había repetido una y otra vez la misma frase "Si amas algo déjalo ir", lo amaba lo suficiente para asegurarme de tenerle seguro, "si vuelve a ti es tuyo", lo amaba lo suficiente para intentar no ser su enfermera "si no vuelve, nunca lo fue", pero ahí estaba, tan cerca, tan lejos, tan mío.
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Speechless #3
FanfictionNecesitaba espacio, necesitaba un mundo de distancia entre nosotros, pero a mitad de ese largo recorrido preferí volver a tus brazos. Esta obra se encuentra protegida bajo los derechos de "Safe Creative", se prohíbe cualquier copia parcial o complet...