Capitulo 1

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Jonah deseó que el edificio ardiese.

Nunca había pensado en algo tan horrible antes, pero sabía que eso sería lo único que lo salvaría del millar de mujeres que había en el Walford. Aquella noche iban a subastarlo.

Quizás un bombero tuviese que estar al servicio de los ciudadanos, pero allí había demasiada gente. Hubiese preferido entrar en una fábrica llena de productos peligrosos en llamas. Pero su jefe le había dicho que o lo hacía, o tendría que devolverle la insignia. La reputación del Cuerpo de Bomberos de Nueva York estaba en entredicho, según el departamento de relaciones públicas, y el puesto de su jefe corría riesgo si no obligaba a Jonah a cooperar.

Y todo por culpa de aquella mujer rubia y de grandes ojos grises que había perdido a su cachorro. Si él no hubiese llevado puesta la sudadera del Cuerpo, nadie habría sabido de quién se trataba, pero la cadena de televisión había mandado su imagen a la oficina central y allí habían acabado identificándolo antes de las noticias de la noche. A partir de aquel momento, su vida había dejado de ser la misma.

En el escenario, terminaron de subastar al pobre tipo que iba delante de él, y Jonah sintió que tenía la boca seca. Un rato antes había estado bromeando con otros de los solteros, pero según había ido llegando su hora, había intentado separarse del resto para intentar tranquilizarse.

Se recordó que el dinero iría a una buena causa: la alfabetización. Había estado en un incendio causado por una persona que no había sabido leer las instrucciones de una tostadora, así que sabía que era una causa importante. Le había rogado a su jefe que le permitiese donar una parte de su salario durante el próximo millón de años en vez de dejarse subastar. Pero su jefe le había dicho que estaba seguro que sacarían mucho más dinero con la subasta. Al fin y al cabo, era el héroe local.

-Y otros seis mil dólares más serán destinados a la alfabetización mientras nuestro soltero de veintiséis años se acerca a conocer a la afortunada ganadora - anunció la presentadora.

«Seis mil dólares», pensó Jonah. Era mucho dinero. Se preguntó qué tipo de mujer pagaría esa cifra por salir con un extraño. Aunque fuese por una buena causa, tenía que ser muy rica y muy tonta. En cualquier caso, no podía ser su tipo.

-Todavía nos quedan muchos solteros por subastar, chicas. La editorial Heart Books piensa que todos los hombres, mujeres y niños deberían tener la oportunidad de aprender a leer y que todas las mujeres de esta sala deberían tener la oportunidad de salir con uno de estos monumentos. Y les prometo que me quedo corta si me refiero al próximo hombre al que vamos a subastar.

Jonah se estremeció. Nunca había leído novelas románticas, pero tampoco había tenido nada en contra de ellas. Hasta ese momento. El principio por el cual si algo podía salir mal, seguro que salía mal, había llegado a su máximo esplendor el día que un editor lo había visto intentando rescatar a un cachorro de un lago helado y se le había ocurrido incluirlo en la subasta de solteros con la que se celebraría el cincuenta aniversario de la editorial.

La multitud aplaudió, entusiasmada, y Jonah imaginó que debían de haber puesto la imagen del rescate del perrito en las pantallas gigantes que había al otro lado del escenario.

-Aunque no requiere más presentación, permítanme añadir que este caballero valiente y bondadoso tiene veintinueve años, es licenciado en sociología, mide un metro noventa y nueve centímetros y pesa ochenta y tres kilos. En su tiempo libre le gusta jugar al baloncesto y navegar, y me han dicho que juega muy bien al ajedrez.

Jonah sonrió cuando oyó lo de que le gustaba navegar. Uno de sus amigos tenía una pequeña embarcación en la que salían de vez en cuando. Pero su jefe había insistido en que lo pusiese en el cuestionario porque le parecía que sonaba muy sexy.

Subasta de solterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora