Capitulo 5

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Mientras subían las escaleras hacia su apartamento Natalie se dio cuenta de que ver el apartamento de Jonah era vital para su plan. Podría averiguar muchas cosas viendo cómo vivía y, si su madre seguía adelante con el libro, necesitaría describir el apartamento del héroe. Natalie se dijo que tendría que prestar mucha atención a los detalles.

Desgraciadamente para su capacidad de observación, el corazón le latía con fuerza cuando Jonah abrió la puerta. Una vez dentro, estarían más solos de lo que habían estado hasta el momento. Jonah encendió una luz y le hizo un gesto para que pasase delante de él. La entrada era pequeña, y después se encontraba el salón, que estaba amueblado con muebles en tonos claros. También había una pelota de baloncesto apoyada contra un montón de libros en la mesita del café y una pila de revistas en el suelo. Al oír la puerta cerrarse, Natalie se olvidó de los muebles. Bueno, salvo de lo que dos personas juntas podían hacer sobre aquellos muebles. Se preguntó si sería la única en tener aquellos pensamientos. Probablemente no.

-¿Me das el abrigo? -le preguntó Jonah con voz ronca.

-Sí.

-Parece un abrigo muy caro -comentó él abriendo el armario que había en la entrada y sacando una percha.

-Es falso -comentó ella mientras entraba en el salón. Los cojines del sofá parecían perfectos para... no, no debía de pensar en eso.

-Pensaba que era de verdad. Aunque lo cierto es que nunca he tocado uno de verdad, este abrigo es muy suave.

-Por eso lo compré.

Jonah se quitó su abrigo, lo dejó encima de una silla y luego se aflojó la corbata.

A Natalie le dio la sensación de que le temblaban un poco las manos, pero no estaba segura. Estaba tan sexy que se le nublaba la vista.

-¿Quieres beber algo?

-Gracias -al menos así sabría qué hacer con las manos.

-Ven a la cocina, y veremos qué puedo ofrecerte -dijo él mientras se desabrochaba las mangas de la camisa y se la remangaba.

A Natalie le gustó ver cómo Jonah se iba poniendo cómodo. Aunque no habían planeado pasar aquella noche juntos, técnicamente él estaba a su disposición durante todo el fin de semana.

-Tenemos agua, coca-cola y cerveza -dijo él después de mirar en la nevera. Luego se volvió hacia ella-. Desgraciadamente, lo que pegaría con tu vestido sería un buen vino francés. Me gustaría poder ofrecerte algo mejor.

«Claro que puedes ofrecerme algo mejor», pensó ella.

-No te preocupes -consiguió decir Natalie-. No necesito comida ni bebida fuera de lo normal.

-Pues en el yate me pareció que disfrutabas mucho.

-Supongo que me gusta lo bueno cuando lo hay. Pero no suelo comer así todos los días.

Jonah la estudió como queriendo averiguar por qué le parecía tan distinta de lo que él se había imaginado. Nunca lo sabría, pensó Natalie, porque no iba a decirle que se había gastado todos sus ahorros en pasar aquel fin de semana con él.

-Estoy pensando que podría cambiarme y volver a ponerme los pantalones y el suéter - sugirió Natalie-. Estos zapatos van fatal con el vestido y como no vamos a cenar en el Plaza...

-No te cambies.

-¿Por qué no?

-A mí me pasa como a ti con la buena comida. Normalmente me da igual, pero si puedo disfrutar de algo especial, lo hago. El vestido es muy bonito, y los zapatos... - dijo, sonriendo-, te quedan graciosos.

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⏰ Última actualización: Jul 23, 2014 ⏰

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