#6 Vacío

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Jú rugió con tal estridencia que debieron escucharlo hasta en Marte. Si aquello no despertaba a Beon, no podría hacerlo ni el fin del mundo. Seizon dio un paso atrás, sin dejar de apuntar al tigre, tal vez si consiguieran salir y cerrar la puerta, tendrían tiempo suficiente para escapar sin tener que luchar.

El caído chasqueó sus mandíbulas, diciéndole algo a Seizon, pero la barrera lingüística era insalvable. Este golpeó de nuevo sus cuchillos y dio un paso al frente, retando al tigre. Seizon recordó cómo apenas un día antes, había sido ella misma la que había dado un paso al frente y lo había retado a él.

Al fondo del pasillo, Jú hundió la cabeza hacia abajo mostrando su lomo musculoso y flexionó las patas traseras. Iba a atacar. Seizon no quería darle la oportunidad de deshacerla con sus garras, pero tampoco quería acabar con el tigre clavándole una flecha. Se giró con agilidad y se abalanzó hacia la salida, pasando con destreza por el hueco que dejaba la puerta entreabierta. Pudo haber cerrado en aquel momento, pero el caído seguía allí. Este se dio cuenta rápidamente del plan de Seizon y la siguió, empujando la puerta con fuerza y saliendo a la cubierta como una exhalación. Mientras tanto, Jú había empezado una vertiginosa carrera y se encontraba ya a escasos metros de la salida. El caído y Seizon se compenetraron a la perfección y juntos, empujaron con fuerza la puerta para cerrarla, pero Jú llegó antes de que pudieran completar su plan. Una fuerza desmedida los golpeó desde el otro lado, moviendo varios centímetros la puerta que empujaban. Seizon perdió la estabilidad y cayó de espaldas. El caído quedó solo frente al peligro, sosteniendo el portón metálico con sus cuatro brazos. Las garras del tigre asomaron por la abertura, buscando la salida. Aunque el caído era fuerte, el tigre lo era mucho más. Tras pocos segundos de forcejeo, el caído empezó a resbalarse hacia atrás, un chorro de sangre había empezado a manar de la herida de su pierna.

Seizon se levantó todo lo rápido que pudo para ayudarle, pero no fue suficiente. La puerta se abrió con fuerza y el caído salió despedido varios metros hacia atrás con violencia. Jú salió del oscuro pasillo hacia la luz de la Luna que se reflejaba sobre la cubierta, orgulloso e intimidante. Miró a Seizon durante unos instantes, y luego fijó su mirada en el caído, que al caer se había quedado sentado en el suelo, emitiendo chasquidos débiles e intentado taponarse la herida de la pierna con las manos.

Jú contempló la escena durante unos segundos y luego se volvió a poner en posición de ataque, preparando el asesinato definitivo del caído, aquello que su amo no había podido completar. En esa situación, el caído estaba totalmente indefenso. 

Seizon no iba a dejar que todo acabara de manera trágica estando tan cerca como estaban de escapar. Así que volvió a tensar su arco y apuntó al tigre.

—¡Eh! —gritó Seizon, intentando captar la atención del felino.

Este se giró hacia ella. Cosa que le dio tiempo suficiente al caído para levantarse y recomponerse un poco. «Vale, ¿y ahora qué?». No podrían hacerlo, no había forma alguna de huir sin matar a Jú. Era mucho más rápido que ellos y no le podían dar la espalda o los destrozaría.

—No queremos luchar —dijo Seizon dirigiéndose a Jú.

Beon le había contado que había sido el propio tigre el que le había hablado sobre ella, y además cuando ella se había disculpado en la sala de los sillones, Jú parecía haberla entendido. Aquel animal podría ser un ser tan racional como lo era ella, como lo era el caído, tal vez podría dialogar con él.

—Solo queremos marcharnos, y no nos volveréis a ver —siguió Seizon.

El tigre gruñó y meneó la cabeza de lado a lado, como si estuviera teniendo que tomar una decisión. Y de pronto se abalanzó sobre el caído. Este se protegió con los brazos, pero el movimiento de Jú había sido demasiado brusco y poderoso y no le dio tiempo a cubrirse del todo. Sus garras se clavaron sobre su costado, dibujando cuatro nuevos agujeros en su piel.

Era Oscura | DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora