Llego a mi destino y repaso unas diez veces más el discurso que he armado durante el recorrido.
Entro al edificio y le pregunto a la enfermera si el doctor Sosa se encuentra haciendo turno o ya se ha ido. La enfermera me hace esperar unos cinco minutos.
- ¿Qué haces aquí, Samantha?- me pregunta Ian cruzado de brazos
Lo veo tan sexy con su uniforme médico y su fonendoscopio colgado al cuello, y me bloqueo. Ya se me olvidó que iba a decir, no puedo pensar.
- Yo... es que yo...- hago una pausa y respiro hondo- Necesito que me escuches, por favor.
- Entra a mi consultorio.- dice caminando hacia la estancia
Entramos y me siento en la camilla. Pienso unas veces más lo que voy a decirle, porque realmente necesito que me escuche y entienda que quiero intentarlo con él. No sé si lo que estoy haciendo esté bien pero lo que sé es que Ian me quiere y quizá llegue a corresponderle ese amor.
- Bien... habla.- dice sentándose en su escritorio
- Okay. Ian, lo que viste quizá te confundió un poco, y créeme que yo estoy más confundida que tú, pero eso que viste es una pequeña parte resumida de lo que ha sido de mi vida amorosa en los últimos seis meses. Es una pequeña parte de una relación que para bien o para mal me ha enseñado a golpes lo mucho que se puede amar y lo mucho que se puede apostar en esto del amor. Hace unas semanas estaba yo estancada en esa relación de la que no quería salir, y no sé si aún quiera salir, pero lo que sí sé es que tú me quieres y yo te quiero a ti. Quizá no sea suficiente el querernos pero como dice Lucio Battisti en su Cinta Rosa: "No sé quién eres, no sé qué serás, no sé qué será de nosotros. Lo aprenderemos sólo viviendo" y quiero vivir esa pseudo relación, como diría mi amigo, contigo y sin afanes ni errores...- expulso el aire que no sabía que estaba conteniendo- Sólo quería que lo supieras y quizá no esté en mis cabales pero quiero intentarlo y saber qué puede pasar.
- Eso fue extraño y lindo, es decir, es extraño que tú con diecisiete años pienses como una chica de casi treinta pero es lindo que desees intentarlo. Pero sabes, no creo que esto funcione porque se te nota a leguas que aún quieres a ese niño...- se acerca a mí lentamente y acuna mi cara con sus grandes manos- Pero quiero intentarlo también, quiero aceptar ese reto y ver qué puede pasar.
Me mira fijamente y me besa. Me besa apasionadamente.
- Entonces, Samantha Casas... ¿Tenemos algo oficial?
- Eso creo, Ian Sosa.- digo sonriendo
Salimos de su consultorio agarrados de la mano.
- ¿Quieres ir a cenar con nosotros?- le pregunto en cuanto estamos en su auto
- ¿Crees que sea una buena idea?- enciende el auto
- No lo sé, pero deberías ir.
- Bien entonces iré, pero antes acompáñame a cambiarme. No iré con el uniforme a presentarme con tu familia.- dice sonriendo
Llegamos a un edificio muy elegante y bajamos del auto. Entramos al ascensor, luego Ian presiona el botón que pone 32.
Pasados unos pocos minutos llegamos al apartamento y entramos. Debo decir que es un apartamento gigante, un apartamento digno de un médico como Ian.
- Bienvenida, Sam. Siéntate donde quieras.- me dice Ian quitándose la camisa del uniforme y yendo a lo que supongo sería su habitación
Me siento en un sofá blanco ubicado en el living del apartamento. Recorro con la mirada la estancia y tiene buen gusto para las decoraciones, unas fotos con quien supongo sería su madre y vinilos de X Ambassadors colgados alrededor del living y parte del comedor.
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Bésame Despacio que No Tengo Prisa
JugendliteraturA veces el guardar secretos en una relación puede arrebatarte la felicidad, ¿No es así? Eso cree Samantha Casas, una chica de 17 años a quien un misterioso chico nuevo le destroza el corazón. Es allí donde Samantha debe decidir si un enorme secreto...