Capítulo siete.
Mis pies están temblando, me muevo mas rápido de lo ellos me permiten. Casi corriendo, apenas corriendo, no lo sé.
Voy tarde, me había quedado dormida. Ni siquiera me esfuerzo por ir a coger el tren donde suelo cogerlo
Memorizo las calles, analizo la velocidad de mi pies.
En lo que tardaría llegando a la estación de siempre el tren ya se habrá ido, cuando puedo ahorrar aquel tiempo y el poco que todavía me queda para llegar a la otra estación.
Me lo repito una y otra vez. No se durante cuanto tiempo estoy corriendo, pero la suela de mis zapatos ahora quema, siento el sudor corriendo alrededor de mi frente como agujas líquidas que además de nublarme la vista, arden sobre mi.
Tomo una profunda y temblorosa respiración en cuando llego a la estación, no es la misma de siempre, pero me alegra saber que justo en cuanto estoy ahí el tren se detiene, el calor sube a través de mi cuerpo calentándome, como si me estuviera asando.
No sentía el furtivo calor de la atmósfera mientras estaba en movimiento, todo parece evaporarse cuando me detengo en frente de la puerta y se desliza para dejarme pasar. Y es cuando estoy ahí que todo el aire que me envuelve parece mecánico, pero al mismo tiempo lo agradezco, porque encuentro cierta frescura en su encierro.
Tomo asiento apresurada, como si el tren fuera capaz de volver a dejarme tirada en media estación, como si todavía pudiera hacer algo para ir más deprisa cuando no era así, solo la alteración de mi respiración constante ya era suficiente tormento.
Necesito hacer más ejercicio
Aunque no miento, no me hace nada de ilusión.
Deslizo la mochila por encima de mi espalda a través de mis hombros para abrirla y revisar que todo estuviera en orden ahí dentro, metí los libros tan apresurada que pude haber dañado alguno de ellos sin darme cuenta, o haber roto algunas páginas
No era tan malo, solo estaban arrugados, los acomodo en el interior de mi mochila para expandir su espacio, aún con la respiración difícil por haber corrido tanta distancia en tan poco tiempo
—Vas tarde.
El chico del metro me estaba mirando
No me di cuenta en que momento se había sentado a mi lado, pero ahí estaba, mirándome entre meticuloso y divertido, sus ojos entrecerrados sobre mi, con una pizca mínima de curiosidad.
Stiles, recuerdo su nombre. Durante las pasadas día semanas no ha dejado de hablarme en cuanto me subo al tren. Tanto que ahora solo parece una costumbre, parece una rutina escuchar su voz en algún momento del día, irrumpiendo mis pensamientos acelerados.
No era una pregunta
— Ya lo sé. — le dije, recogiendo lo que quedaba del interior de mi mochila para dejarlo reposar en mi regazo
—¿Te dormiste? — inclinó su cabeza hacia mi
Juego con los bordes del cierre de mi mochila antes de pensar en una respuesta, inquieta e intentando encontrar un ritmo cardiaco que combine con mi humor justo ahora, pero se pierde en el aire. Me cuesta alcanzarlo
— No me dormí. — miento
Me había dormido, pero no tenía que decirle eso. ¿Importaba? La respuesta es no.
Algo parecido a la bruma de un brillo de mofa aparece en su rostro, aclarando sus facciones. Incluso sus lunares querían burlarse de mi, pero no los culparía.
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Jueves [Stydia] En pausa
Fiksi PenggemarJueves. ©Todos los derechos reservados.© 2018 HISTORIA BASADA EN LA CANCION JUEVES DE LA OREJA DE VAN GOGH ADVERTENCIA: CONTENIDO ADULTO, SEXUAL TAL VEZ OFENSIVO (+18)