The Show Must Go On

333 41 19
                                    

La música retumbaba por toda la calle, los litros de alcohol, kilos de cocaína se consumían como si de aire se tratase, y la única preocupación que todo el mundo tenía era bailar.

Se trataba de la fiesta de cumpleaños de Alex Rose y Daphne McKagan, y quisieron celebrarlo por todo lo alto. Puede que toda la ciudad de Los Ángeles se encontrase en aquella casa, celebrándolo. Y es que, tras el gran éxito de su disco, el mundo entero conocía a Guns N' Roses.

-¡Esta va a ser la mejor fiesta del año! -gritó Daph a sus amigas mientras bailaba como si fuese la última vez.

-¡Pues la noche sólo acaba de empezar! -Sophie le respondió, alzando ambos brazos y dejando ver a todos el polvo blanco que le cubría toda la nariz.

Y así era. No eran más de las dos de la madrugada cuando el timbre sonó por millonésima vez en la noche, siendo esta vez algo más especial.

Ambas anfitrionas corrieron a abrir la puerta, seguidas de sus otras tres amigas, que iban curiosas a ver quién se encontraba en la entrada.

Al abrir, quedaron cara a cara con un tipo alto y musculoso, con traje de policía. Su semblante era completamente serio y sus brazos estaban cruzados, haciendo que se le marcasen los bíceps de forma exagerada. Pero lo que este gesto hizo fue hacer sonreír ampliamente a las dos chicas bajo el umbral, que se miraron cómplices.

-¡Nos habéis traído un stripper! -ambas chillaron al unísono, arrastrando al hombre dentro de la casa.

-¡Chicas, esperad un momento!

Sus otras compañeras de banda no tenían ni idea de quién había podido ser la que lo contratase, pero nada de eso les importó. Ignoraron lo que dijo y tiraron de él entre todas, hasta llevarlo al enorme salón. Una vez allí dentro, Alex y Daph comenzaron a tocarle los brazos y el torso, a la vez que le quitaban la gorra y desabrochaban su camisa.

El oficial no había conseguido reaccionar hasta que la rubia le apretó su parte baja sobre el bóxer, fue ahí cuando se dio cuenta de que estaba semi desnudo, delante de cientos de personas.

Rápidamente, apartó las manos de la más alta, y se dió la vuelta para quitar también las de la pelirroja, que acababa de tocarle el culo sin descaro alguno.

-¡QUE NO SOY NINGÚN STRIPPER! SOY POLICÍA DE VERDAD.

La música paró de repente y todo el mundo dejó de bailar para quedarse mirando a las cinco chicas, que se quedaron petrificadas tras el grito del hombre. Dieron un paso atrás, pero las dos que celebraban su cumpleaños fueron agarradas por el policía, que las llevó fuera de la casa, donde les puso unas esposas a cada una y las metió en el coche.

Fue así como, ese año, que pensaban hacer la mejor fiesta del país, acabaron de celebración en el calabozo de comisaría. Todo esto, mientras la fiesta seguía. Eso sí, sin ellas.

Y, es que, como un gran genio dijo una vez, "El show debe continuar".

BLOOPERS (Nice Girls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora