DIA 6

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La tarde estaba cayendo cuando comenzó la hora mágica del día 26. Nygma apareció en la pantalla gigante con una mirada tranquila y un tono de voz calmado, como si el exceso de ruido destruyera alguna especie de burbuja invisible que les rodeaba.

Una vez más, los ciudadanos no se arriesgaron a desafiarlo, y ningún acertijo fue dicho en esa hora.

Solo que diferencia del resto de los días, eso no molestó a Edward.

Poseía una calma anormal, como si quien hablaba no fuera él, sino otra persona. Su mente se encontraba en un estado de relajación que no recordaba haber sentido nunca, sin ningún acertijo atormentándole la mente ni su pasado buscando hundirlo.

Solo la voz de Emily susurrándole que todo estaba bien.

Cuando la pantalla se apagó nuevamente, Edward miró como Emily continuaba leyendo ese libro antiguo con el ceño ligeramente fruncido mientras jugueteaba con sus lentes en concentración.

Le gustaba verla cuando leía, le gustaba verla cuando reía, le gustaba verla cuando hablaba.

Simplemente le gustaba verla...

La voz de Emily silenciaba los acertijos de su mente, sus ojos lo alejaban de los recuerdos que le atormentaban, y su sonrisa le hacía olvidar todo ese dolor que sentía mientras se ahogaba en sí mismo.

Su cerebro le prohibía esos sentimientos que poco a poco iba desarrollando y constantemente le advertía de todos los riesgos que corría al sentirse de esa manera por Emily. No obstante, su corazón siempre estaba ahí presente, latiendo con fuerza cada vez que pensaba en ella y haciendo arder su sangre cuando ella decía su nombre.

No lo quería admitir, pero necesitaba a Emily tanto como a los acertijos, e incluso más...

—Me pregunto en qué acertijo piensas cuando me ves —habló Emily sacándolo de sus pensamientos.

La sonrisa de Edward no tardó en aparecer. Esa era otra de las cosas que tanto le gustaba de Emily, ella le entendía. Entendía sus acertijos, entendía su inteligencia, incluso poseía un alto conocimiento intelectual que le permitía ver el mundo de la manera que él lo hacía.

Emily era todo aquello que siempre había deseado y nunca había conseguido.

—Un soldado va a la guerra. Tiene que luchar por 7 meses, pero al último mes el soldado pierde su vida —habló causando una sonrisa en el rostro de Emily.

—¿Cómo hizo para volver a la guerra un año después? —finalizó la castaña—. ¿Ya encontraste la respuesta?

—Presiento que pronto la encontraré —contestó acomodándose sus guantes—. No tardaré mucho más.

—Me alegro —comentó Emily cerrando el libro para dejarlo a un lado.

Edward admiró silenciosamente cada uno de sus movimientos con calma, con el único deseo de poder memorizar cada mínimo detalle de ella.

Si tan solo se hubiese dado cuenta de cuanto la quería...

—Subiré —comentó Emily levantándose del mueble—. ¿Quieres venir? El cielo estará despejado esta noche, y sin la luz de los edificios será mejor.

Edward asintió con la cabeza sonriendo de lado. Pocas veces se podía permitir admirar su perfecta obra de arte, y quería aprovechar la oportunidad de la compañía de Emily para lograr poner en orden sus pensamientos.

De pequeño había pasado la mayor parte de su tiempo encerrado en su habitación rodeado de libros y rompecabezas, por esa razón, al llegar al último piso de la torre, se quedó embelesado al ver la ciudad completamente a oscuras, dejando a vista el increíble cielo estrellado. De manera inconsciente se acercó al vidrio que cumplía la función de pared siendo incapaz de desviar la mirada del impresionante cielo nocturno.

Zero Year •|Edward Nygma|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora