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—¿Qué te apetece comer? -Le pregunto.
—Conozco un buen restaurante aquí cerca. Te encantará.

Sonrío y caminamos hasta el restaurante.
Cuando llegamos, no puedo evitar sorprenderme, parece muy caro y elegante.

Las vistas son increíbles.
Cuando nos sentamos, observo las palmeras y la playa, y me pregunto porqué no había venido antes.

Ah si, no tengo apenas dinero.
Al menos antes, cobraba algo normal, pero me gastaba casi todo en pagar el piso.

Ahora que, supongo, que seré su secretaria, creo que ganaré bastante más.
Necesito este trabajo porque necesito el dinero...

Pensando en eso recuerdo que mi ropa sigue sin ser muy adecuada para la secretaria de un empresario millonario como Ian.

Intento dejar de pensar y me centro en la carta que tengo delante.
Todo parece delicioso.

Finalmente me decido por pedir una ensalada californiana y una simple coca-cola.
Él se pide entrecot y vino.

—Puedes pedir algo más si quieres. -Me dice.

No le comprendo muy bien.
No estoy como para gastarme mucho dinero...

—No hace falta que diga, que yo invito. -Me explica al ver mi expresión extrañada.
—No, no, gracias. Con eso será suficiente, no tengo mucha hambre.

Sonríe y me mira.
Me mira un buen rato.
Aún sigue mirándome.
¿Porqué me mira tanto?

—¿Pasa algo? -Le digo.
—No, es que, pensaba que, me alegro mucho de que hayas aceptado ser mi secretaria.

Sonrío sonrojada.

—Me está resultando muy fácil, de momento. -Confieso.
—Me alegro. Te recuerdo que mañana tenemos una reunión.
—¿Tenemos?

Asiente.

—¿Yo voy?
—Por supuesto. Ya te dije que tienes que venir conmigo a todos los sitios.
—Pero pensaba que las secretarias no iban a las reuniones con su jefe.
—Amanda, ya sabes que para mí no eres sólo mi secretaria. Además a los demás no les importará que vayas porque si dicen algo saben que están despedidos.
—¿Son tus empleados? -Me doy una pausa para analizar la situación.- ¿Tienes empleados en California?
—Cariño, tengo empleados en muchos sitios.

Me ruborizo al escuchar cómo acaba de llamarme.

Nos sirven los platos y comemos en el lujoso restaurante, cubierto por el ardiente sol de California.

Me quedo embobada mirando el mar.
Esto es tan bonito...

Terminamos de comer, Ian paga la cuenta, ya que me obliga a aceptar su invitación.
Salimos del restaurante.

—¿Donde vamos ahora? -Pregunto entusiasmada.
—Podríamos ir a... mirar ropa.

Miro cómo voy vestida de arriba a abajo.

—No es porque vayas mal, quiero decir, dios que tonto soy.

Me río.

—Sí que voy mal. Y no eres tonto.

Sonríe culpable y nos dirigimos a comprar ropa.
Menos mal, lo necesitaba.

—Podemos ir a alguna tienda normal.
—¿Normal?
—Sí, económica.

Se ríe.

—No vas a pagar nada.
—Claro que sí.

Se acerca a mí y me mira fijamente.

—Soy tu jefe y te digo que no vas a pagar nada. -Se le escapa una sonrisa.

Resoplo y sigo caminando.
No es justo que me lo page todo él, aunque no puedo negar que me viene bien empezar a ahorrar algo de dinero.

Mi jefe (Ian Somerhalder)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora