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Suena mi alarma, maldigo que así sea porque estoy muerta de sueño.
Me levanto y me visto recordándome de nuevo que tengo que comprarme ropa, quizá si tengo un rato libre lo haré pronto.

Me peino y salgo de la habitación.
Llamo a la puerta de mi jefe mientras recuerdo que quiere acostarse conmigo... o al menos ayer quería.

Me ruborizo al pensarlo, abre la puerta y me encuentro a mi formalísimo jefe con una sudadera de color azul marino, vaqueros y zapatos.
Es la primera vez que le veo sin traje, y con ropa normal.
Dios, está muchísimo más guapo así.

—Buenos días señor Somerhalder.
—Buenos días. -Se acerca a mí.- Puedes llamarme Ian.

Me sorprende que diga eso cuando recuerdo que la señora de la empresa me dijo que le llamara señor Somerhalder.

—Ian. -Me corrijo.

Sonríe.

—Hoy no tengo ninguna reunión ni trabajo que hacer, así que tiene el día libre. Pensaba que podría enseñarte Los Ángeles. ¿Alguna vez habías estado aquí?
—No. -Susurro flipando por su propuesta.
—Entonces tengo muchas cosas que enseñarte. -Coge unas llaves.

Asiento.

Al parecer sigue interesado en mí, eso me alivia.
Ha aceptado que no quiero sólo sexo y está dispuesto a enseñarme la ciudad, diría que está intentando cambiar, o eso parece.

Al principio era un hombre serio que no me interesaba, pero debo decir que se está portando muy bien conmigo, y verle así vestido hace que me atraiga mucho más.

—Acompáñame.

Le sigo, caminamos hasta salir del hotel y vamos al parking.
—Aunque no trabajes no creas que vas a librarte de mí. -Sonríe.
—Tampoco quería hacerlo.

Le miro y veo su expresión triunfante.

¿Va a conducir él?
Dios dime que sí.

Por suerte acierto con mis pensamientos, le da a un botón que saca del bolsillo y un lamborghini azul enciende las luces.
Me acerco impresionada.
Menudo cochazo.

De cerca es más imponente aún.
Brilla impecable, es bajo y muy impresionante.

Me abre la puerta del copiloto, entro y luego se sube él.
El motor ruge y no puedo contener una sonrisa.

—¿Te gusta? -Me pregunta refiriéndose al coche.
—Mucho, es alucinante.
—Lo sé.

Que egocéntrico.
Y que sexy se ve conduciendo este egocéntrico.

—Te preguntarás porque hago esto.

Le miro extrañada.
No entiendo muy bien a qué se refiere.

—Estamos juntos porque me dijiste que querías cambiarme, y te estoy dando la oportunidad de hacerlo.
—¿Estás dispuesto a cambiar?

Asiente levemente.

Sonrío y observo de nuevo lo increíblemente atractivo que se ve conduciendo.
Un rato después aparcamos y bajamos del coche.

—Vamos a pasear un rato y después iremos a comer.
—Genial.

Comenzamos a pasear rodeados de palmeras y un ambiente cálido y tranquilo aunque no puedo evitar estar nerviosa.

—Hábleme sobre usted. -Le pido para romper el hielo.

Me mira.

—Sobre su vida y eso. -Añadido sabiendo que no le va ha hacer mucha gracia mi propuesta.
—No me gusta hablar de mi vida.
—Pero, si no lo hace no podré conocerle.

Respira hondo.

—Si cuenta algo de esto, estará en un grave problema.

Sonrío porque va a contarme algo.

—Correré el riesgo.

Una mueca que parece una sonrisa se forma en un su rostro, pero se va enseguida cuando comienza ha hablarme sobre su historia.
Presto atención porque quiero descubrir porqué es así, tan... oscuro.

—Mi padre engañaba a mi madre, ella hacía cómo si nada y pasaba el tema, pero yo sabía que le dolía mucho, sólo que no quería separarse por mí.
Él comenzó a beber porque nadie le paraba el carro y me pegaba cuando era pequeño, aunque la que peor salía de ahí era mi madre porque me protegía y ella se llevaba los golpes. Mi madre finalmente se separó de mi padre, tengo relación con ella, pero no sé nada de mi padre, ni quiero saberlo.

Me quedo boquiabierta al escuchar eso.
Ahora entiendo muchas cosas.

—Mi vida siempre ha sido una mierda, y creo que eso me ha pasado factura porque la gente piensa que soy un mamón, que lo tiene todo hecho y no hace más que tener una vida perfecta. Pero no saben lo que dicen. Y, nunca he sido capaz de querer a nadie porque siento que a mí nunca nadie me han querido.

Me mira muy triste.
Se ve en su expresión que es un hombre que está destrozado y necesita que le quieran.

—Quiero cambiar, Amanda, quiero ser un buen hombre y quiero tener una vida normal de una vez.

Me sorprendo porque es la primera vez que me llama por mi nombre.

No sé que hacer, así que decido abrazarle.

—Voy a ayudarte, te lo prometo. -Digo decidida.
—Gracias. -Susurra.- Quiero aprender a quererte.
—¿El jefe de mi jefe me está pidiendo que intente que se... enamore de mi?

Sonríe ante mi evidente pregunta y asiente.

—Creo que eso no se aprende, o ocurre o no. -Le digo.- Si sucede, lo sabrás.

Baja la cabeza comprendiendo lo que acabo de explicarle.

Acaba de mostrarme cómo es de verdad, cómo fue su vida.
Se ha abierto a mí y eso me ha hecho muy feliz.

—¿Vamos a comer? -Le digo para janzar el tema.
—Vamos. -Dice recomponiéndose.

Mi jefe (Ian Somerhalder)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora