xólotl

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Frente a mí se reflejaba una gran sombra la cual comenzó a subir al gran trono sentándose.

-así que tu si cuidaste a tu Xólotl-una voz profunda se escucharía la cual parecía en un eco

-este perro no es mío- le respondí con voz temblorosa

-si lo es ahora no lo recuerdas pero lo harás, debes ser muy irrespetuoso al hablar con alguien dándole la espalda- la voz parecía agrumada y ofendida

Al darme la vuelta mi vista estaba directamente hacia las escaleras que llevaban al trono

-alza la vista pequeño ser

Al comenzar a subir mi vista pude observar uno grandes pies negros, unas piernas negras con una complexión delgada que dejaba ver las venas que la recorrían parecía tener un taparrabo dorado con verde la parte de su pecho era negra y tenía un gran collar, sus manos eran grandes y delgas con grande uñas las cuales parecían terminar en puntas afiladas.

-no me tiene miedo-su voz era desafiante pero sentía algo pero no miedo al ver su rostro.

Era una cabeza que no cuadraba con su cuerpo ya que era más grande y sin pelo era la cabeza de un perro sin pelo parecida a la del perro que me seguía. Este llevaba una corona dorada la cual contenía grandes plumas que le sobre salía de la brillante corona.

-¿sabes quién soy humano?

-no señor

-soy Xólotl dios del ocaso, de los espíritus, de los gemelos y del Venus vespertino, el cual ayuda a los muertos en su viajes hacia el descanso eterno señor de la estrella de la tarde y del inframundo- su voz parecía llenarse de ego y comenzaba a subir su tono

-¿dónde estoy? ¿Porque este pequeño animal me sigues?

-te encuentras en mi territorio Itzcuintlán, ese pequeño perro en un Xoloitzcuintle, es el ser que te ayudara a cruzar el ancho rio Apanohuacalhuia- alzaría su brazo y con su dedo señalaría el gran rio rojo en el cual había estado antes.

-señor Xólotl ¿porque estoy aquí y no en el cielo?

-porque todos cometemos errores incluso los dioses los cometemos pero ustedes cometen el error más grande en creer en dioses falsos, ven acompáñame es hora de que cruces-se levantaría de su gran trono, parecía medir más de tres metros cosa que no había notado ya que él estaba sentado comenzamos a caminar hasta bajar la gran pirámide llegamos hasta el pequeño mercado.

Al ver como el gran ser llegaba los seres parecidos a personas se escondían dentro de sus casa, abandonando sus puesto.

-¿le tienen miedo señor?-mientras lo miraba el soltó una pequeña sonrisa.

-sabes porque ellos no pueden seguir el mismo camino que tu, ellos mataron o maltrataron a un perro en vida y al verme sienten el miedo que ellos les hicieron sentir a esos indefensos animales-parecía estar molesto con esas personas me dio la impresión que el los golpeaba o los castigaba.

Llegamos al rio de sangre el cual estaba tranquilo, pude sentir un crujir al dar un paso decidí bajar la vista y ver de que se trataba era un cráneo humano.

MictlanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora