Capítulo 1.

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La primera vez que la vi sin duda alguna fue mágica, y es que no podría ser de otra forma teniendo en cuenta que ella en si, es una persona mágica. Su sonrisa es bellísima y sus dientes casi perfectos, quizás verla sonreír ha sido lo que me ha hecho caer... o tal vez sus ojos azul intenso han sido los culpables de mi debilidad por ella. No lo sé. Es difícil saberlo cuando todos sus aspectos son maravillosos para mi, o casi todos.

*flashback*

Primer día de clases, oportunidad de una nueva vida para algunos, tortura para mi. Nunca me ha sido del todo fácil eso de hacer sociales y encajar, y mucho menos ahora. Me sentía destruida. Todo en mi lo estaba por dentro. Me juré a mi misma no seguir torturándome con el tema pero a veces creo que es realmente imposible. Siempre he sido una persona correcta, pero un mínimo descuido me ha costado lo que más quería en el mundo, y no creo poder perdonarme eso nunca. 

Iba caminando entre la multitud, se supone que alguno del montón de casilleros sería el mío, pero era difícil identificarlo con muchachos conversando sobre ellos como si fueran simples paredes. Me gustaba el orden, y al parecer en esta institución carecían enormemente de eso. Finalmente lo encontré, el número 238. Para mi suerte nadie estaba sobre él, sólo una chica rubia se encontraba de espaldas sobre su propio casillero mientras se besuqueaba con un chico. ¿Cuándo esto se volvió una discoteca?

Coloqué la pequeña llave que la subdirectora me había entregado y abrí el casillero con desgano, en estos momentos sólo quería volver a lo de antes, ser feliz nuevamente. De pronto, noté como ambos chicos cuchicheaban algo entre ellos, podía notar de reojo a aquella rubia girarse rápidamente de vez en cuando. No logré verla directamente pero no pensaba girarme también, si quieren decirme algo deben dejarse de tonteras.

—Hey –dijo una voz femenina a mi lado. Al parecer la he llamado con mis pensamientos, ahora la rubia que se besuqueaba con aquel tío se encontraba viéndome con cierta curiosidad. El muchacho ya no se encontraba allí.

Me giré hacia ella torpemente y la miré a los ojos con intenciones de responder a su saludo, pero me fue algo...complicado. Por algún motivo las palabras no querían salir de mi boca y mis ojos no podían apartarse de aquella rubia. Definitivamente era la chica más bonita que he visto. Sus labios eran perfectos y sus pecas adorables, aunque de adorable sólo tenía eso. Aunque no me gusta juzgar sin conocer de seguro no era una inocente muchacha de lindos ojos.

Ella se aclaró la garganta haciéndome volver a tierra.

—Hola –dije seca intentando evitar su mirada. Una sonrisa maliciosa sé formo en sus labios. ¿Es posible que ésta muchacha desconocida esté haciéndome dudar de mi sexualidad en tan sólo segundos de haberla visto?– ¿Necesitas algo? –pregunté echando por la borda todos mis impulsos de ser amable con ella, tal vez así sea una buena forma de frenar con mi estupidez.

—Pues...yo diría que sí –dijo alzando una ceja sin borrar aquella sonrisa de sus labios– Estás en mi casillero, y eso tendrá sus consecuencias.

—¿Qué? Pero si...este casillero me lo ha dado la subdirectora... –dije mientras intentaba comprender la situación en mi cabeza– Lo siento... yo...

De pronto la joven soltó una carcajada dándome un buen susto. ¿Acaso se había vuelto loca? Porque inclusive así me parecía extremadamente bonita.

—Es broma cariño –dijo aún entre risas– Deberías tener más confianza en ti misma. ¿No crees? Y por sobretodo ser más astuta... si es que acabas de verme guardar las cosas en mi casillero.

—Oh.

Si antes tenía deseos de desaparecer, ahora se encontraban triplicados.

—Joder, debiste haber visto tu cara, adoro a las nuevas –dijo ya dejando de reír y extendiendo su mano hacia mi– Soy Alison, por cierto.

Desde la primera vez que te vi. (lgbt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora