Acceso

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Sonaba el comunicador de Oliver.

El pelirrojo se incorporó y desplazó la notificación de la alarma. No había conseguido dormir del tirón, y mucho menos un sueño constante y que le ayudase en la prueba.

Se levantó, encendió la luz de la cocina, se calentó un recipiente de desayuno y se sentó en la mesa de la esquina con la mirada perdida y un nudo en el estómago que sólo le permitía comer unos bocados.

En unas horas se iba a presentar a Mortem y no sabía cómo iban a ser las pruebas. No había nada de información en Internet, ni en libros, ni por conocidos... Se había estudiado y repasado la historia global de la humanidad, había repasado los principios básicos de todas las ciencias que había aprendido, entrenado tres días entre semana con sus dos compañeros con todo tipo de ejercicios... y aún así, pensaba que le faltaban un montón de cosas.

Tiró lo que quedaba en el recipiente y se marchó al baño, donde se cambió de ropa (como tampoco conocía a el tipo de prueba, llevaba ropa deportiva capaz de adaptarse a cualquier clima). Se repeinó su flequillo rojo, colocándolo en el sitio exacto con una buena cantidad de gomina, y recogió en una mochila los cuadernos de apuntes para repasar después.

— ¡¡¡Me voy!!!

Cogió las llaves de casa y cerró la puerta lo más fuerte que pudo, para que su abuela supiese que se marchaba.

Era incapaz de organizar sus pensamientos, y para sentirse más seguro, sacó el libro de matemáticas avanzadas y siguió leyendo hasta llegar al rascacielos de la siguiente manzana, donde vivía Elías.

Él le esperaba con el pelo despeinado y unas ojeras marcadas. Movía entre las manos el folleto, que se había tirado leyendo durante su noche en vela, esperando una solución o un mensaje oculto. Sin resultado.

— Vamos a por Sofía. Me ha llamado hace unos minutos: se estaba despidiendo de sus padres y de su hermano pequeño —Elías guardó el folleto y se incorporó para andar con su amigo hacia el edificio de su izquierda—. Tú que sabes más de todo —miró a Oliver—, ¿tienes idea de a qué nos vamos a enfrentar?

— Ni idea...

Sofía bajó de la escalera con grandes saltos y una gran sonrisa.

— Bueno chicos, ¡vamos a empezar nuestra aventura!

Vestía un mono deportivo oscuro que contrastaba con su piel pálida, dos trenzas a cada lado de la cabeza y unas muñequeras y rodilleras.

Elías no pudo evitar reírse.

— Entiendo que Oliver no tiene idea de moda, ni de nada... pero —sonrió a Sofía, que miró incrédula el conjunto y le devolvió la sonrisa—... Me has defraudado...

— Yo al menos vengo pensando en que tendremos que correr. Tu ropa no sería muy buena en el caso de que nos tiren a un lago y nos hagan nadar

Elías tenía ropa holgada y de aspecto callejero. Tenía más de un roto en la sudadera oscura que le quedaba dos tallas más grandes y el pantalón que tenía era ancho con muchos bolsillos para guardar todas las cosas que conseguía un día de trapicheos.

— Es lo más cómodo y práctico que tengo en casa. Y con este modelito he salido de muchas situaciones peligrosas.

— Vamos a empezar el camino parejita... —Oliver comenzó a andar, pasando entre los dos compañeros—. Si no, no va a servir de nada habernos vestido así.

— Por favor —Elías cogió el ritmo y se puso a su lado mientras sacaba el folleto y lo miraba mientras repetía lo que ponía en él—. Vamos más de media hora adelantados. ¿No deberíamos intentar relajarnos y pensar?

Proyecto Regreso (Tom Holland) #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora