Amigos

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— ¿Qué estás haciendo? —Oliver, uno de sus mejores amigos la pregunta mientras termina de escribir las últimas palabras—. Parece interesante.

— Cómo se nota que necesitas saberlo todo...

El pelirrojo se sentó en el borde de la escalera, al lado de Sofía y miraba una de las primeras frases "Estamos en 2516, cinco siglos más adelantados a ti, lector." Confundido, se giró hacia su compañera y esperó a que le explicara lo que estaba escribiendo.

Se detuvo en sus divertidos ojos grisáceos y en sus pecas, pensando en las descabelladas ideas que se le podría haber ocurrido hacer para escribir esa frase.

Una sonrisa le saca de su ensimismamiento.

— Se me ha ocurrido que sería divertido escribirle una carta a nuestra gente del pasado.

— Eso es imposible.

— Por favor, Oliver, hay momentos en los que hay dejarse llevar por la imaginación —volvió a prestar atención al papel—. No entiendo cómo te diviertes —se quedó un rato callada para, después de un rato, levantar la vista—. Ah, no.... que a ti no te gusta imaginar; a ti te gusta hacer horarios de todo.

En eso Sofía tenía razón. Oliver era calculador y excesivamente ordenado. No le gustaba que nada saliese de sus planes y organizaba tanto con tantos detalles que en más de una ocasión daba miedo.

Se vestía siempre con toda la perfección que podía, se repeinaba y cortaba el pelo él mismo. Sus notas apuntes y metas estaban perfectamente distribuidas: A los 17 haría las pruebas de Mortem, trabajaría hasta los 19 (cuando, según había calculado, tendría suficiente dinero para ponerse a estudiar) y después estudiaría astronomía para conseguir uno de los puestos especiales de Peregrinatione.

Todo estaba preparado y no le sobresaltaría nada en su vida.

— Eso no es cierto. No siempre hago horarios... también hago gráficas.

Sofía rodó los ojos para después reírse.

Una punzada de satisfacción hizo que se preocupase. No había espacio en su vida para el amor, y esa sensación la llevaba teniendo recientemente. Tenía que quitársela de la cabeza...

Además, tampoco quería problemas con Elías.

— ¿Sabes cuánto le falta al guaperas?

Su compañero rompecorazones estaba consiguiendo unos permisos para la prueba de acceso a Mortem. Era complicado conseguir un puesto en la empresa, y las pruebas eran duras física y mentalmente.

No todos conseguían entrar, y mucho menos conseguían autorización para llegar a las mismas pruebas. Sin embargo, Elías había conseguido, a través de sospechosas fuentes, información sobre un lugar donde conseguir más de un folleto.

Por eso, se encontraba en la otra punta de Nympha, cerca de la primera fábrica de Mortem, esperando a que su contacto saliese por la puerta trasera y le diese tres antes de comenzar la puja callejera por otras 7 más.

No estaba nada nervioso. Era normal que se le viese en ese tipo de ambientes, y en realidad, se sentía bastante cómodo. Podía ocultarse sin que quedase demasiado sospechoso (todos se tapaban la cara cuando tenían que hacer estos tratos, o no le miraban a la cara, ni le juzgaban), se mantenía en forma y casi siempre conseguía lo que quería.

La puerta trasera se abrió y descubrió a un hombre entrado en carnes, con un uniforme grisáceo y ojeras bajo sus ojos que buscaba entre las sombras al moreno.

El chico salió a la luz mientras empezaba a escuchar el murmullo de la gente que se acercaba a la puja callejera.

— Has tardado demasiado.

Proyecto Regreso (Tom Holland) #Wattys2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora