CAPÍTULO 4 *El plan*

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*Narra Janaina*

Me asusté, pero no por mi sino por Napo, él era el único en quien pensaba en ese momento así que decidí ir a buscarlo.

-Ya vuelvo- le dije a Ana.

-¡¿Me vas a dejar sola ahora?!

No respondí simplemente fui a buscar a mi mascota. Estaba escondido detrás de la puerta del baño. Cuando estaba a punto de volver a mi habitación sentí un fuerte estruendo en la sala de mi casa, supuse que la puerta se había derrumbado y vi que Ana salía apurada por la ventana, en ese momento agarré más fuerte a Napo y me marché del lugar cerrando la puerta tras de mí.

-¿Qué fue ese ruido?- le pregunté a Ana.

-Es obvio que tiraron la puerta - en ese momento sacó de su bolsillo mi encendedor y se acercó a la habitación - lo voy a prender fuego, avísale a tus vecinos que llamen a los bomberos y salgan de aquí.

Entonces lo tiró hacia adentro y cerró la ventana. Yo sólo corrí escaleras abajo e hice lo que me habían pedido mientras de fondo se escuchó un fuerte estruendo y supuse que la cocina había explotado.

*Narra Ana*

Salí por la ventana del cuarto de Janaina; al mirar abajo vi a todas las personas en la puerta del edificio asustadas y a algunos niños llorando, pero eso no fue lo que llamó mi atención, en lo que realmente me fije fue en una ventana abierta que había en el apartamento de al lado y pensé que podríamos entrar disfrazarnos con la ropa de quien viviera allí, mezclarnos con la multitud e irnos sin que nadie se de cuenta.
Sí; definitivamente era el plan perfecto.

Busqué a Janaina para contarle lo que se me había ocurrido. La encontré dejando a su conejo en la guardería de mascotas que había al lado del edificio.

- ¿Que esta chica no piensa en la situación en la que estamos y en que no se puede alejar de las personas así como si nada?-pensé.

Fui a buscarla lo más disimuladamente que pude y le dije que venga conmigo a lo que ella se negó, así que no me quedó otra opción que agarrarla y jalarla del brazo hasta la puerta del edificio mientras ella gritaba como loca que la estaban secuestrando.

-¿Qué quieres?- preguntó con un tono enojado.

Le conté mi idea y le dije que la llevaramos a cabo, ella sólo se cruzó de brazos y se negó a hacerlo. Así que no quedó más que amenazarla diciéndole que le iba a quitar mi MP3 y fue así como la convencí.

Íbamos subiendo la escaleras mientras vigilamos que nadie nos viera y entramos en el apartamento que había visto, tomamos la ropa y nos la pusimos, nos cortamos un poco el pelo con unas tijeras que había en la cocina, nos maquillamos con el maquillaje de quién vivía allí y aproveché para tomar un poco de dinero que había en una billetera al lado del televisor.

Volvimos a salir por la escalera de emergencia y pasamos a buscar al Napo.

-¿Y ahora qué?

-Ahora vamos a mi casa para que te cuente lo que tenemos que hacer.

Tomamos un ovni taxi hasta una cuadra antes de mi casa y caminamos el resto por las dudas de que el conductor sospechara algo.

Mi casa, si es que así se le podía decir, era en realidad una vieja fábrica a medio derrumbar. Yo me quedaba en las salas que estaban en pie todavía y, aunque no lo parezca, era muy acogedor.

-¿Esto es una casa?

-Es mejor que eso, cada día encuentro una nueva salida o un nuevo rincón, además sigue habiendo corriente eléctrica.

Su FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora