Torbellino sorpresivo (3)》Paul Lahote x Oc

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~Runa~:
(Al día siguiente)

Me acurruco con aun mas pereza en una fría cómoda almohada, que al parecer tiene manos y me acarician mi cadera, suspiro de relax. Bah mentira, no tengo ninguna almohada que tenga brazos pero si una bestia y que es mi esposo. Bostezo y empieza a abrir los ojos.

Lo primero que observo, a ese pelinegro, de ojos ámbar sonriéndome como un idiota enamorado, mi idiota. Pero bueno decido salir de entre mis pensamientos, para acercarme a sus labios y unirlos en un beso de amor,  sintiendo esos mismos torbellinos en mi ser. Los mismos siempre me causarán este vampiro.

—Buenas tardes preciosa, ¿has descansado bien? –pregunta con voz ronca, Emmett.

—Perfectamente, ha~ –bostezo un poco.

Me separo un poco de él para despertarme completamente.
Aunque cuando pienso prender camino hacia el baño, un golpeteo se escucha resonar en la puerta y a su vez en la habitación.

Escucho un gruñido/bufido de Emmett quien me guiña el ojo, y se dirige hacia la puerta.

Sin más me dirijo al baño, Emmett podrá encargarse de quién sea que fuese. Necesito un baño caliente.

~> Emmett Cullen Tinkle ~

Todo estaba tan tranquilo en aquel día,  ver despertar a mi pequeña perezosa era lo que cada día me hacia sentir vivo, tenerla entre mis brazos y poder velar por sus sueños, quién solo durmiendo me dejaba cuidarla, amarla y protegerla.

Pero justo cuando la veo levantarse e ir hacia el baño, y conforme yo iba a ir tras ella, alguien llama a la puerta.

Bufó frustrado, quería sexo mañanero y por el responsable tras esa puerta no podre hacerlo. Pero puede ser que si lo hago rápido aun pueda obtenerlo. Siento que mi perezosa me observa, le guiño un ojo galán, y ella sonríe suavemente, para luego dirigirse al baño.

Me pongo una remera negra rápidamente, y abro la puerta encontrándome con Caius Vulturi.

—Cuñado, ¿en que le puedo ayudar? ¿A que se debe su visita? –pregunto.

Caius se arregla un poco su vestimenta, al sacar un sobre de entre uno de los bolsillos.

—Entrégadle esto a mi hermana, es importante que lo resuelva antes de que le de un ataque de ira –dice Caius Vulturi.

Agarro el sobre y enseguida percibo un aroma conocido, pero frunzo el ceño.

—¿Porque tanto misterio? ¿Que es lo que sabes, Vulturi? –pregunto serio.

—Solo hazlo,  intentad que no haga arder otra casa, no queremos levantar mas sospechas, bastante tenemos con los problemas que en Venecia están ocurriendo –comenta Caius, para luego marcharse.

Genial,  me deja con las dudas en la boca,  y mas aun... ¿Que son aquellos problemas de los que habla?

¿Será por eso que sentí  anoche el cuerpo de Runa muy tenso?

Me siento en la cama a pensar posibles ideas, pero una mano me acaricia mis mejillas y labios, trayéndome de vuelta a la realidad.

—¿Que pasa mi bestia? –pregunta extrañada.

—¿Me estas ocultando tus preocupaciones de nuevo?–le respondo con otra pregunta.

Ella se sorprende, pero hace una mueca y suspira.

—Que flojera y fastidio. Ha~ ¿Caius fue, no? –pregunta mirándome.

—Si, también te dejó este sobre, dice que te calmes que no quiere otra casa arder –comento, mientras la abrazo por la cintura.