Capítulo 20- Yerno

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—Gracias por el hospedaje—  agradeció Mitsuki, despidiéndose por última vez de la encargada se aquella posada.

Tras una sonrisa, el equipo siete continuó. Sarada había contado todo lo que sabía, igual que Mitsuki y Boruto. Ambos se sorprendieron de tener la misma información, aunque de distinta forma.

—Podríais haberme dicho esto mucho antes...— susurró la Uchiha frente a la información de Ella Aika-. ¿Fue ella quién nos salvó?

—Es lo más probable. No puedes relenticar el tiempo, Sarada-chan.

—Cierto, Mitsuki. Pero tampoco podía hacer... En fin, eso.

Las extremedidades separadas del cuerpo aún provocaban en Sarada algo de miedo. ¿Tenía un poder tan fuerte?
Por suerte, sabía cuando aparecía; cuando sus ojos comienzan a arder, convirtiéndose en el kekkei genkai de los Aika. En cuanto eso pasa, ella sabía qué hacer; correr. Huir y no dañar a nadie.
¿Por qué las personas eran explosivas?

Boruto siguió el paso de sus compañeros cruzando sus brazos sobre su cabeza, apoyándolos como si fuesen una almohada.
De reojo miraba a la Uchiha, recordando lo que había visto en aquel sitio.

—De todas formas...—finalmente interrumpió aquella conversación—. ¿Qué quería ese chico de Sarada?

—¿Daisu-

—El tal Usui— antes de escuchar aquel nombre, interrumpió para decir aquellas palabras. El nombre de Daisuke le molestaba, era algo que no podía evitar—. Parecía quererte.

—Todos parecen querer a Sarada-chan— Mitsuki pareció divertirse al ver aquella mueca de Boruto. El Uzumaki sabía muy bien que se estaba refiriendo a Inojin. Diablos, ese era otro tema que debía de soportar. El amor que Sarada le tenía al Yamanaka era lo suficiente grande como para considerar que él era su rival en el amor—. ¿No es así?

—Basta ya— suspiró. Sabía perfectamente que Mitsuki quería hacerle ver algo a Boruto, pero, ¿qué?— Daisuke quiere a Ella. Por eso va a ayudarnos; ella también está en peligro.

—Inojin dijo que no confiemos en Ella.

—Inojin...—susurró la chica—. Es cierto, lo mencionasteis. ¿Pero dónde fue?

—Está en una misión.

—¿Misión? No me dijo nada.

Y eso a la Uchiha le extrañaba. Tenían unos lazos muy unidos, ambos creciendo como casi hermanos. Se contaban todo.
Aunque lo lamentó. Ella tampoco podía quejarse ya que no le contó nada al Yamanaka. Pero debía, y eso es lo que precisamente quería hacer.
Contarle todo lo sucedido hasta ahora y el plan. Pedirle que, por favor, fuera con ella para combatir a su lado.
Aunque en el fondo no quería.

¡No quería que ninguno de sus amigos fuese a aquella misión con ella! ¿Emboscada? ¿Y si alguien moría? ¿Se concentraría en la guerra que se formaría sabiendo que no permitirá ningún rasguño en los demás?

En eso se parecía a Sakura, sin duda.

—Seguro que hay muchas cosas que no te dijo...— diablos, Mitsuki. ¡Deja de hablar con segundas intenciones!—... Pero es Inojin, seguramente necesita su tiempo.

—¿En una misión?

—Bueno, ya basta. Las cosas se dicen con el tiempo. Si no te informó de nada, ya lo hará, tsk— habló Boruto.

¿Por qué la gente se dedicaba a crear problemas? Porque sí; los problemas se creaban, no se presentaban de la nada.

Comenzaron a hablar de tonterías, recordando cuando eran más pequeños.
Era todo muy melancólico; habían crecido juntos. Tanto como personas como shinobis, pues las misiones las hacían sin separarse. La confianza en aquel equipo era excelente y no podían hacer más que sentirse orgullosos de ello. Se confiarían mutuamente la vida. Incluso la vida de sus seres queridos; que para ellos eran más importante que las suyas mismas.

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