Capítulo 7: Ladrones

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NOTA DE LA AUTORA: ¿Qué hay?! :D Aquí les dejo el capítulo 7, repleto de mucha más acción y suspenso, los voy a dejar hiper intrigados XD

Le hice una promesa a una amiga, si el anterior llegaba a los 200 leídos, publicaría este XD y aquí está! Espero que les guste, que lo disfruten y, cualquier sugerencia, crítica (constructiva, NO HIRIENTE) que tengan, será bien recibida. Es la primera historia que escribo que tiene acción (por llamarlo de alguna manera) y las persecuciones son algo nuevo para mí XD, pero se hace lo que se puede! :D

Voten, comenten, please!!!!!

xoxo, Pofy05

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7

Ladrones

κλέφτες

"El hambre hace un ladrón a cualquier hombre."

Pearl S. Buck

Edward y Odern intercambiaron miradas inmediatamente.

Adele los contempló por unos segundos, y se dijo a sí misma que parecía como si mantuviesen una conversación completa con sólo unas cuantas miradas frías y dubitativas.

-Chicos... ¿Qué no nos han contado? -pronunció aquellas palabras con voz temblorosa. Un extraño sentimiento de curiosidad comenzaba a hacerle cosquillas en lo más adentro de su estómago, y venía de la mano con una intriga que comenzaba a consumirla.

Miró a Olive, y ella también parecía impaciente por averiguar una respuesta, paseando frenéticamente sus pupilas, del rostro de Odern al de Edward, y viceversa.

Odern dirigió sus ojos hacia Adele. Éstos le susurraban que estaba a punto de confesarle algo que nunca se habría imaginado y que debería estar lista para uno de los hechos más disparatados que hubiese oído.

-¿Recuerdas que en el túnel que conducía a la guarida de Madre Sapphire pronuncié una palabra en griego? -le preguntó, observándola muy atentamente.

Addie vaciló y rebuscó en sus recuerdos... luego asintió.

-¿Cómo era? ¿Kaláves?

-Katálaves -le corrigió él. Después soltó un suspiro que sonaba más bien decepcionado, una emoción que Adele no creía que debería florecer dentro de él en aquellos momentos. ¿Se trataba de algo deprimente o simplemente estaba cansado?, se preguntó-. La verdad es que me sorprende que no entiendas lo que dice ahí.

-¿Por qué? No hablo griego.

-Oh, pero deberías -respondió al instante, con aire incrédulo, y miró a su alrededor, como si quisiera asegurarse de que nadie lo escuchara-. Pero no puedo contarte por qué en este lugar. Estamos demasiado expuestos.

Les hizo un ademán a sus compañeros para que lo siguieran hasta un callejón oscuro, con bolsas de basura a lado y lado, canecas de metal rebosantes de platos de papel sucios de comida y cubiertos desechables. Las paredes del callejón eran de un color ladrillo grisáceo, húmedas y viscosas al tacto.

El muchacho se plantó en frente de Adele y Olive, muy serio. Su rostro era inescrutable y sus ojos zafiro relucían con una intensidad mayor de la que jamás había visto Olive.

Le dirigió la mirada a Addie, y esta sintió una especie de corriente de electricidad hormigueándole y viajando tan rápido como la luz a través de su espina dorsal y un afán de retirar la mirada en seguida, pero se contuvo. Nadie, pero nadie intimidaba a Adele Delacroix; así que se irguió y, haciendo un gran esfuerzo por parecer más alta -ya que Odern le llevaba al menos media cabeza-, sostuvo la mirada con él.

Alfa y Omega (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora