Nico di Angelo.
Sentí el frío del viaje al mismo tiempo que el calor de la mano de Jean.
Jean...
Su toque me estremeció más que cualquier viaje de sombras que he tenido.
El mareo poco incontrolable se me encimó. Solté a los dos individuos que venían conmigo y puse mis manos en las rodillas, tratando de recuperarme.
-¿Dónde estamos?- pregunto Alex, ahora ya con las manos en Jean, la cual estaba aferrada a su torso con los ojos cerrados.
Hice una mueca, al sentir un nudo en la garganta.- Debemos estar en San Jose.- le dije con el mismo tono que ocupo para hablarle. Luego mire hacia los lados, estábamos entre dos edificios; un callejón angosto con varios botes de basura, oscuro apostaba que apenas iba a amanecer.- o al menos se supone que allí nos llevaría.-
-¿Y ahora a dónde vamos?- dijo la pelinegra aturdida.
-Hay que conseguir un transporte que nos llevé a San Francisco.- dije concentrándome en las palabras y no en ella.
-¿Entonces rentamos un automóvil?- respondió con una mueca, y para no verla a sus ojos observe sus labios.- les dijo de una vez que yo no se manejar, me da miedo esas cosas... Tan rápidas y eso.-
Fue un grave error mirar sus labios. Recordé la primera vez que los provee... Volteé la cara mordiéndome los labios.
-Yo se manejar...- Alex hizo una pausa.- o algo así.- Fruncí el ceño.
-Con eso tenemos... Ahora a encontrar alguien que quiera rentarle un carro a tres adolescentes...- pensé en voz alta amargamente. El cielo se estaba aclarando.
-Nadie lo hará.- ella cruzó sus brazos, y sin cuidarme mire sus ojos... Que parecían azul un momento y verde en otro, algo que me gustaba de ella. Jean tomo mi mirada y yo la esquivé instantáneamente.
-Yo lo haré.- dijo una voz masculina, antes de que volteará un resplandor iluminó la calle y toda la ciudad.
Con el ceño fruncido voltee a ver quien era. Un chico de entre 17 y 18 años, el cabello rubio, con una sonrisa blanca nos miraba arrogantemente. Hice una mueca al reconocer su destellante rostro.
-¡Jean! Me habían contado que te parecías a tu hermano, pero no pensé que tanto.- dijo Apolo acercándose a la nombrada hasta estar frente a frente, la cual estaba mirándolo con una mezcla de confusión e impresión.- Aunque hay algo en tus ojos...- luego se volvió hacia mi.- ¡Nico! Tanto tiempo sin vernos, apuesto que me extrañaste, hee. Estas muy cambiado, ya no puedo decir que eres el crío que jugaba Mitomagia. Eres todo un adolescente, con problemas de adolescentes.- hizo un gesto con sus cejas.
-Hmmm, pues yo puedo decir que sigues igual que...- pause para dar un trago amargo.- Que la ultima vez.-
Dejo de hablarme, y fue con Alex.-Así que... ¿Alex, no es así? Ajá, luego tendremos que hablar, soy celoso con mis pertenencias.- luego miró a Jean coquetamente, y paso sobre mi con una sonrisa arrogante. Y creo, creo, que escuche suspirar a Parnell. Alex frunció el ceño.
-¿Por qué estas aquí?- dije, casi, como un gruñido.
-Para ayudarlos. Como soy un dios muy gentil, y extremadamente guapo.- sonrió.- Y aunque no le crean, quiero a mi familia; mi hija la secuestro quién sabe qué, y robaron una constelación de mi hermana ¿Ven? Dos pájaros de un tiro.- sonrió arrogante.
-Así que...- empezó Alex con una sonrisa, aggh...de acuerdo las sonrisas me están cansado.- ¿Nos llevarás hasta haya?-
-No.- dijo Apolo con la misma expresión.- tu lo harás, veamos.- extendio un poco los brazos y cerro los ojos.-
Transporte ven a mi
Tu no me has fallado
Por ser yo alguien extraordinario.- enseguida un automóvil rojo apareció, un deportivo que apenas podías mirar porque brillaba mucho. Le tiro las llaves a Alex, y este las atrapó en el aire.
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La Hija del Mar. (Nico di Angelo)
FanfictionAl terminar la guerra contra Gea, los amigos de Percy Jackson se encontraban tranquilos, no había una nueva gran profecía o vidas en peligro, la vida normal de un mestizo. Pero lo normal acaba cuando una chica de ojos extraños llega al Campamento Me...