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—Ya dije que lo siento, no seas tan dramática Sungsung.

¿Dramática? —Sungmin se enderezó de nuevo en la silla, llevándose una mano al pecho y bufó, viendo con indignación a su voluptuosa mejor amiga— Para ti es muy fácil decirlo, no es tu vida la que corre peligro.

Mihwa rodó los ojos, dejando de apoyarse sobre la pequeña división que separaba su escritorio del suyo para cruzar ambos brazos bajo su pecho, haciendo que sus ya de por si grandes senos, se viesen aún más grandes.

«Debí hacerle caso a mamá y tomar mi leche de plátano cuando era niña.»

Yah, sólo es un teléfono celular. —Se quejó, viéndola cómo si fuese una idiota. Y quizás lo fuese— Ganamos lo suficiente como para que vayas ahora mismo por uno exactamente igual o incluso mejor ¿Que hacía ese tan especial?

Ella se mordió el labio inferior y se levantó un poco sobre la silla, echando un vistazo alrededor para asegurarse de que nadie les estaba prestando atención y le hizo señas para que se acercara hasta dónde estaba, consiente de que realmente era una idiota por ser tan descuidada.

—¿Recuerdas el nuevo proyecto de la editorial? Ese que es súper importante. —Mihwa asintió, comenzando a palidecer y Sungmin soltó la bomba— La única copia del manuscrito de Ohno-sensei se encontraba allí.

«Junto al resto de mi vida

—¿¡Qué!?

Sungmin le cerró la boca con las manos, volviendo a levantarse para echar otro vistazo alrededor mientras su amiga murmuraba groserías y reprimendas contra su boca. Reprimendas que sabía que merecía pero que tampoco quería escuchar, pues ya le bastaba con el peso de su propia conciencia cómo para permitir que Pepe grillo le recordase todo lo que ya sabía que sucedería si perdían de forma permanente algo tan importante cómo lo era el manuscrito de un escritor.

—Tenemos que encontrar ese teléfono. Ahora. —La miró, limpiándose la boca con el dorso de la mano y asintió— ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

Se revolvió el cabello, obligándose a hacer memoria y se cubrió el rostro con las manos, sintiendo cómo toda la sangre se filtraba de su cuerpo al recordarlo todo.

«Esto definitivamente es una pesadilla

La última vez que lo había tenido con ella había sido en el baño de mujeres del club nocturno al que habían ido, el mismo club del que todos habían estado hablando y al que a penas habían conseguido entrar a pesar de la pechonalidad de su mejor amiga y sus encantos. Incluso si volvían a ir, nada les aseguraba que tendrían la misma suerte de entrar.

—Bueno, verás...Es bastante gracioso...

—No, no me digas que tú- Joder... —Mihwa resopló— ¿Cómo pudiste perder tu teléfono así? ¡Apenas si tomaste ayer!

—Lo siento... —Murmuró, dejando de jugar con sus manos y alzó la vista hacia ella, viéndola con los mismos ojos con los que había visto el Gato con Botas a Shrek— Sabes como soy con estas cosas, si no he perdido la cabeza es porque la tengo pegada al cuerpo.

Mihwa volvió a rodar los ojos y comenzó a caminar en círculos dentro de su cubículo, revolviéndose el cabello con las manos mientras le lanzaba miradas llenas de odio de cuándo en cuándo. Murmurando entre dientes los diferentes escenarios a desarrollarse en caso de que todo saliese o increíblemente bien u horriblemente mal si no conseguían hacer algo al respecto.

—¿Y no has intentado llamar? —Le preguntó después de unos pocos minutos— Alguien debió encontrarlo, podríamos contactar a esa persona y ofrecerle dinero con tal de que lo regrese intacto ¿no?

Sungmin sacudió la cabeza.

—No funcionará, ya lo intenté y está apagado. —Suspiró, comenzando a resignarse— Esto es demasiado, lo mejor es que vaya con el Jefe Song y le diga lo que-

El ruido del teléfono junto a su computadora la interrumpió, causándole escalofríos. Los únicos que la llamaban a la oficina eran sus padres, su casera y su jefe. Pero sus padres estaban de vacaciones en la isla Jeju y esa misma mañana le acababa de pagar la renta a la señora Choi, por lo que sólo podía tratarse de una sola persona. La última con la que quería hablar en ese momento.

—B-buenas tardes —Tragó saliva— Habla Min Sungmin ¿En que puedo ayudarle señor?

—¿Min Sungmin? —El hombre al otro lado de la linea soltó una carcajada— ¿ nombre es Min Sungmin? Daebak ¿También eres de Daegu?

Frunció el ceño hacia la bocina del teléfono y estiró el brazo hacia el aparato para acercarlo hacía ella, notando por primera vez que en la pantalla a blanco y negro en la que siempre salían reflejados los números entrantes ahora aparecía su número de teléfono.

—N-no, yo nací en Gyeong-... —Sacudió la cabeza, recordándose a si misma que estaba hablando con un completo desconocido, un desconocido que tenía toda su vida en sus manos pero que seguía siendo desconocido al fin y al cabo— Disculpe, ajusshi ¿Cómo dijo usted que se llamaba?

El hombre volvió a reírse, consiguiendo que comenzara a irritarse. Siempre le había molestado que las personas se rieran cuando ella estaba siendo seria porque la hacia sentir como si la estuviesen tachando de estúpida.

Buen intento cariño, pero no, no te he dicho aún cual es mi nombre.

Sungmin rodó los ojos, cerrando la mano que le quedaba libre con fuerza sobre sus piernas.

—Escuche bien, ajusshi. —Le respondió— No tengo tiempo para juegos o acertijos ¿vale? el teléfono que usted está usando es mío, así que si no quiere que llame ahora mismo a la policía, lo mejor es que me diga quién es y dónde está para-

Vale, vale, tu ganas. Te diré quién soy.

Ella sonrió con autosuficiencia al ver como Mihwa le enseñaba sus pulgares hacia arriba, cómo si estuviese dándole su aprobación a la forma a la que estaba manejando la situación a pesar de estar temblando como gelatina.

—¿Y bien? —Le preguntó— Yo soy Min Sungmin ¿Y usted?

Kim Namjoon. —Le respondió, cortándole la respiración— ¿Llegaste bien a casa ayer, little black dress?

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Anon-sshi out

His Fangirl - Namjoon / BTS 💣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora