II: Opia

571 99 32
                                    

A Hinata le gusta mucho ver a la gente a los ojos.

Le fascina encontrar ojos de diferentes colores, cree que son maravillosos y dignos de admirar. En Japón no hay mucha variedad, siempre son negros o marrones, son contadas las ocasiones en las que encuentra ojos de diferentes colores.

Hinata cree que ha tenido suerte, ya que conoce a gente con distintos ojos de colores; como Kageyama y Shimizu-senpai, que tienen los ojos de un azul muy profundo. Aunque fueran del mismo color, daban sensaciones diferentes; los ojos de Kageyama estaban llenos de determinación, de poder, de querer llegar a la cima, eran algo fríos a veces, pero no de una mala manera, sólo mostraba que estaban llenos de seriedad. Los de Shimizu-senpai eran cálidos, como los ojos de una madre; de igual manera estaban llenos de seriedad la mayor parte del tiempo. Le gustó descubrir que se iluminaban y suavizaban un poco más cada vez que veía a Yachi.

También estaba Iwaizumi, el as del Aoba Johsai, y un chico extranjero que se encontró una vez cuando fue a Tokio, ambos tenían ojos verdes y eso le fascinó un montón. Iwaizumi era la definición de trabajo duro y lo podía notar en su mirada. Siempre estaban concentrados, analizando; también notaba la forma en que miraba a sus oponentes con gran respeto y eso le agradaba. Con el extranjero había sido un caso muy curioso; se había perdido y no podía encontrar la parada del autobús y ese chico había aparecido de la nada. Sus ojos verdes chispeaban de alegría y picardía, de ansias de poder ayudar a alguien. Le había caído bien el chico, se notaba que era amigable por la forma en que le trataba. Se sentía un poco mal al no poder recordar su nombre.

Nunca ha tenido preferencia alguna por algún tipo de color de ojos específico, todos les parecen hermosos dependiendo del portador, ya que siempre darán una vibra diferente.

Al menos eso habría dicho antes, cuando todavía no conocía a Kenma.

Los ojos de Kenma eran sus favoritos.

A veces Hinata recordaba la forma en que se habían conocido y le daba algo de pena. Ya que a él siempre le gustaba ver a la gente a los ojos, los conociera o no, a veces olvidaba darle espacio personal a los demás.

Un día, cuando estaba de viaje en Tokio solo por tercera vez, tomó el tren equivocado. Hinata era bueno orientándose, así que no tendría problemas en bajarse en una estación completamente desconocida y tomar el tren correcto. Sin embargo, mientras observaba a los demás pasajeros y les echaba vistazos para poder ver el color de sus ojos, se encontró con los ojos de Kenma.

Los ojos de Kenma lo hechizaron por completo en cuanto los vio —el chico no lo había visto—. El chico no estaba muy lejos; estaba sentado del lado opuesto a Hinata, unos cuantos asientos más a la derecha. Tenía la vista clavada en lo que Hinata logró notar era un 3DS, pero logró distinguir parte de sus ojos en cuanto una monótona voz empezó a anunciar la siguiente parada y éste levantó la vista. No parecía ser la parada del chico, ya que no hizo amague alguno de levantarse, así que escaneó rápidamente el vagón y fue ahí cuando las miradas de ambos se encontraron.

(Hinata jamás lo diría, pero estaba seguro de que había sido amor a primera vista).

Sostuvieron sus miradas por breves segundos, mas estos fueron los segundos necesarios para que Hinata declarara oficialmente que esos ojos eran sus favoritos. Eran brillantes y del color del oro fundido, impresionantes y enigmáticos. Jamás se había encontrado con ojos de semejante color y quería saber más. Quería seguir observando esos ojos para siempre; quería acercarse a ese chico que le intrigaba bastante. Sus ojos parecían esconder los secretos del universo y Hinata quería descubrir cada uno de ellos.

Hinata recordaba perfectamente cómo Kenma había apartado la mirada rápidamente al darse cuenta de que estaba siendo observado por un completo extraño. Había tratado de ser escurridizo y echarle vistazos a Hinata, pero ya que este no le había apartado la mirada en lo absoluto, era difícil, en especial porque Kenma no quería ser atrapado.

My Dear, My Love, My BestDonde viven las historias. Descúbrelo ahora