Lost Out ✓ (Kookv)

{XXXIV}

Jimin podía concebir, sería la solución a sus problemas, si él lo lograba muchos más quizá lo lograrían también... Quizá también yo.

Me recosté a lado de Kook, mañana le contaría el resto de la historia. Fue un día largo, necesitamos descansar. Abracé su cintura y lo atraje a mí, el olor de su cabello me tranquilizaba de alguna manera.

—¿Tae?

—¡Oh! Perdón ¿Te desperté?

—No importa ¿Estás bien?

—Si, mañana te contaré todo ¿vale? Necesitamos dormir— antes de que pudiera objetar lo besé.

—B-bueno— se dio la vuelta dándome la espalda, apoyé mi quijada en su hombro y cerré mis ojos, dejando que la oscuridad me domine unas horas.

⚜️⚜️⚜️

—¿Jimin?— Despúes de todo lo que le conté lo último le llamó más la atención.

—Sip, su sistema podría ser perfecto y llegaría a ser la salvación de la raza humana y así.

—Eso está jodido.

—¿Por? Lo vi sufrir porque no pudo dar a luz al bebé de Yoongi, ahora si logra hacerlo podrán ser una feliz familia.

—¿Y tú crees que le dieron un útero para dejarlo ser feliz? Obviamente no. Esto solo le dará más sufrimiento, experimentarán en él y se lo llevarán a la capital de USBW para seguir experimentando, de ninguna forma eso es bueno.

—Cierto... Yo... No pensé en eso.

—Si es verdad todo lo que dijo LeBron... Jimin tiene un largo camino que enfrentar...

—Y no podemos hacer nada... No, no. Debe haber algo, quizá podamos volver a entrar, debemos salvarlo.

—¿De quien? ¿De su destino?

—No... Él no tiene porque estar destinado a una vida de sufrimiento, es una persona grandiosa y buena.

—A veces las mejores personas tienen las peores historias.

—¿Estás... Estás rindiéndote? ¿Eso es todo? ¿No piensas siquiera intentar?— bajó la mirada al suelo. No puedo creerlo. Salí de la habitación y del edificio que nos mantenía a salvo del calor abrasador. Kook ni siquiera intentó detenerme.

El sol ardía con fuerza apenas iniciaba a levantarse y el calor ya se sentía. No me importó, caminé camuflándome entre las sombras de los altos edificios. Al parecer no había gente al rededor, como si toda la población restante del mundo sí estuviera bajo ese gran edificio.

La arena se metía a mis zapatos y sentía mis pies cada vez más pesados. El sol estaba justo en mi encima, nada me salvaría de su fuerte luz, decidí entrar en una construcción precaria, era gris y ófrica, una pequeña casa, pero mientras tuviera techo no me hacía problema.

La puerta había sido tirada, entré sin problemas y me encontré con una sala y un comedor con cuatro sillas, parecía que en sus buenos tiempos fue una casa de familia, la curiosidad despertó en mí y me acerqué a la chimenea, encima de esta habían varias fotos enmarcadas, limpié con la palma el polvo acumulado y vi a una mujer muy hermosa, sonriente con el mar de fondo y un barco a la distancia. Tomé otra y ahora había un hombre en la foto, sentado en las gradas con una lujosa entrada a sus espaldas. La tercera era una foto de ambos en el altar, mirándose mutuamente con un amor que traspasaba tiempo y espacio. La siguiente era una foto con la mujer embarazada y el hombre acariciando con amor el vientre de ella.