Dibujos

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Él hace mi corazón latir sin control alguno.

Solo él es dueño de mis supiros y pensamientos.

Como nadie, él logra hacer que me pierda por completo en la profundidad de sus ojos, hace que un desmedido deseo por tocar los mechones suaves de su cabello me invada. Que en mi sienta la urgencia, la necesidad de besar con dulzura sus labios, de sentir su aliento contra el mío, de hacerlo sonrojar y sonreír solo para mi y nadie más.

Lo adoro, lo quiero, lo amo.

Me encantaría poder decírselo, confesarle todo esto que estoy sintiendo.

Pero ni siquiera tengo el valor de avanzar los poco pasos hacía él, de tocar su hombro y saludarlo. Incluso eso seria demasiado.

Soy cobarde, y como lo que soy me escondo, fingo desinterés hacia su persona porque solo de esa forma puedo enmascarar el dolor que es tenerlo cerca y no poder amarlo como quisiera.

Suspiro y desvio la mirada cuando se gira hacia mi, quizás se dio cuenta de que lo observaba o quizás no ya que enseguida sus ojos se posan en Alfred, quien no deja de despotricar acerca de un plan estúpido y perjudicial para el resto del mundo.

Tomo un lápiz y comienzo a garabatear figuras sin sentido en mi libreta, no me interesa ninguno de los temas a tocar en esta reunión y mi precensia me parece innecesaria pero uno no puede discutir contra un jefe tan terco como el mío. Los garabatos en el papel comienzan a tomar cuerpo, mi mente todavía divaga sobre Kiku y no me sorprende cuando el contorno de un rostro familiar aparece en el papel.

Sonrio un poco y continuo dibujando, después de unos minutos ya tengo terminado el cabello, poso la yemas de mis dedos allí y acaricio lentamente. Me gustaría que fuera real.

Levanto la mirada inevitablemente hacia él otra vez, esta enfrascado tomando notas, sus cejas fruncidas en concentración y sus manos escribiendo freneticamente. Ahora es el turno de Inglaterra para hablar, por supuesto que le prestaría atención, bufo frustrado cuando la conocida espina de los celos comenzó a pinchar.

"Son solo amigos" Me digo a mi mismo, "Amigos muy cercanos".

Sacudo mi cabeza para apartar esos pensamientos y vuelvo a mi trabajo. Delineo unas finas cejas junto a una respingada nariz, delicadamente dibujo los labios.

Siguen los ojos, no estoy muy seguro de continuar. Dificilmente un dibujo podría captar la belleza y singularidad de su mirada. Sin embargo no pierdo nada con intentarlo.

—¡Hey amigo! ¿Qué tanto haces uh?

Antes de que pueda ocultar mi trabajo las manos de América toman mi libreta. Siento ganas de estrangularlo cuando el papel se mancha con la grasa de sus horribles hamburguesas.

—¡Damelo aru!—Grito intentando quitarselo, el idiota sonrió y mantuvo la libreta fuera de mi alcance.

—¡Solo le daré un vistazo! —Mi corazón se hundió cuando el maldito comenzó a hojear las paginas hasta dar con la que tenia el dibujo. Sus ojos se abrieron sorprendidos y una sonrisa mas grande, casi aterradora, apareció en sus labios.

—No te atreverías aru. —Siseo sabiendo que era lo que estaba pensando. En cuanto abrió su boca me abalance sobre él queriendo derribarlo sin embargo su mano se poso en mi nuca empujando con fuerza y obligándome a mantenerme agachado.

—¡Hey, miren lo que dibujo Yao!— Gritó mientras agitaba la libreta. —¡Tienes un admirador Kiku!

En el instante que exclamó eso toda la atención se fijó en él, miro con temor a Kiku que tiene una expresión descolocada.

Los cuentos del conejo en la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora