No era muy adepto a las celebraciones occidentales, de hecho, le desagradaban bastante. Prefería sus propias festividades sin embargo ahí estaba, catorce de febrero frente a una florería llena hasta el tope de personas esperando conseguir el ramo perfecto.
Titubeante miró entre las distintas flores, no quería complicarse tanto pero a la vez no deseaba que su regalo fuera algo simple.
"Tal vez...tal vez sea una mala idea" Pensó con el estado de animo decayendo al imaginar que su plan podría terminar de manera fatal. La conversación que tuvo con Taiwan esa mañana regreso a su mente justo cuando estaba a punto de poner un pie fuera de la tienda.
—Siempre dices ser tan sabio. Sin embargo actúas tan cobardemente ahora, solo ve y dicelo, nunca sabras que pudo haber sido sino te arriesgas.
No era solo ir y confesarse, pero ella tenía un punto, si no lo hacía viviría mas martirizado de lo que ya estaba y es que a él no se le daba bien esconder y disimular sus sentimientos.
"¿Por qué justo él?" Se detuvo frente a unas llamativas rosas, era bastante típico regalar aquello pero no se terminaba de convencer por las demas flores. "Pudo haber sido otro..."
Hubiera sido mas fácil, la historia con Japón no era exactamente la mas bonita y ambos se hicieron bastante daño. Cualquiera pensaría que no querrían verse ni en pintura.
Pero existían recuerdos, muy bonitos y queridos para él. En realidad, a pesar de todo, nunca dejo de querer a su niño del bosque de bambú.
Y recientemente aquel sentimiento solo había ido incrementandose. Años pasaron desde aquellos tiempos tan oscuros, los dos consiguieron reanudar las relaciones entre sus dos países y actualmente eran buenos socios comerciales. El pasado no podía cambiar pero el futuro que les esperaba podría ser brillante.
Ese pensamiento lo lleno de esperanza. Claro que podría, él estaba dispuesto a hacer lo posible porque sucediera y tal vez Japón tambien, su actitud era muy prometedora.
Su mano inconcientemente viajó hacía la cinta roja que sostenía su cabello, un regalo del japonés.
—En cuanto lo vi pense en lo bien que le quedaría. Espero que le guste.
Claro que le gustaba, ¡Le fascinaba! Cualquier cosa que viniera de Japón él lo atesoraba.
De repente se sintió tonto por pensar en querer a alguien más.
Salió de la florería luego de meditar con cuidado sobre el número de rosas a comprar. ¡Era una decisión muy importante! La cantidad de rosas no debia ser tomado a la ligera.
Su primero opción fue comprar tres rosas. "Te amo". Sin embargo no veía que fuera suficiente.
Luego cinco rosas. "Te aprecio con todo mi corazón". No estuvo satisfecho.
Seis, ocho, diez y hasta estuvo a punto de ir por ciento y ocho. Pero era muy pronto para pedir matrimonio.
Al final se decidió por doce rosas. Eso definía lo que sentía bastante bien.
Ahora solo quedaba ir a ver a Japón.
De nuevo lo invadió el nerviosismo pero no tenía intención de retroceder.
Así, se encontró a si mismo parado frente a la puerta de la casa de Japón con miles de pensamientos y temores mezcladose en su cabeza. Finalmente y luego de una buena cantidad de minutos tocó la puerta, despues de que no hubiera respuesta volvió a tocar algo ansioso, nada.
Japón no estaba en su casa.
Sus hombros se desplomaron, por supuesto, tenía que haber preguntado antes si estaría.
"Aunque eso hubiera arruinado la sorpresa" Sin tener de otra comenzó a andar a paso lento. "¿Donde habra ido?" A lo mejor estaba pasando el día con alguno de sus amigos occidentales.
Su caminata desganada lo llevó hasta un lindo y acogedor parque. Se acomodó en un banco mirando por unos segundos con melancolía su ramo de rosas antes de levantar la mirada para admirar el lindo día que era aquel. La imagen de parejas, niños y ancianos lucir tan felices mientras paseaban y jugaban lo hizo sonreir y olvidar por unos instantes que su plan no había resultado.
"Puedo intentarlo otro día" Se dijo a si mismo con el ánimo avivandose otra vez. "Y prepararé algo delicioso también, a Japón le gustan mucho las cosas dulces"
Nuevos escenarios se hilaban, distraído en sus fantasías casi no nota a dos naciones caminando a tan solo unos metros lejos de él. Cuando los vio su sonrisa se tambaleó hasta desaparecer por completo.
Japón sostenía en un brazo un gran ramo de rosas y su mano libre era cariñosamente sujetada por Grecia. El japonés tenía un brillo especial en sus ojos mientras que sus labios obsequiaban una de esas bellas sonrisas que casi nunca se le permitían a él.
Sintio asfixiarse de repente. Tenía que irse de ese lugar, se incorporó con algo de dificultad cuando unos ladridos comenzaron a acercarse.
Miro con horror como el perro iba corriendo hacia él, Grecia que sostenía la correa hacía todo lo posible por detenerlo aunque al final el animal terminó escapandosele.
—¡Pochi! —Llamó Japón sorprendido por el repentino arrebato de su mascota. Su sorpresa aumentó más al ver a quien quería acercarse el perro.
Pochi se estrelló contra sus piernas dando ladridos eufóricos. China lo cogió en sus brazos, Japón y Grecia lo habia visto ya, no servía de nada huir.
—China-san. —Dijo Japón mientras se acercaba. —Lo siento, a veces se entusiasma demasiado. —Declaró refiriendose a Pochi.
—Uh, no pasa nada aru. Los cachorros son asi. —Hizo su mejor esfuerzo por mostrar una sonrisa despreocupada. Al parecer no lo había conseguido porque la expresión de Japón mostró signos de preocupación.
—Disculpe, pero ¿Se siente bien China-san?
—¿Ah? ¡Por supuesto que si aru!
—Tienes...los ojos humedos. —Interrumpió repentinamente la voz de Grecia. China respiró hondo, tenía que calmarse.
—No es nada, un poco de alergia aru. De hecho, debería irme a casa ya antes de que empeore. —Le entregó a Pochi a Grecia, el perro hizo un ruidito lastimero queriendo regresar a los brazos del chino. —Fue bueno verte Japón, ah, a ti tambien Grecia aru.
Terminada su rápida despedida se alejó con el corazón partido en trocitos.
Que iluso era. Japón ya tenía a alguien mas, no lo elegiría.
Sus doce rosas no significaban nada al lado del ramo de Grecia. Y él nunca sería suficiente para el japonés.
Tendría que aprender a vivir con eso.
Japón observó a China irse con una sensación extraña en el estomago. Sus ojos volvieron hacia el banco donde China había estado, levantó un ramo con una docena de rosas que se encontraban marchitandose ya.
—"Mi amor por ti crece cada día más"—Recitó sabiéndose de memoria el significado de la cantidad de rosas.
Se preguntó a quien iba dirigido tan hermoso sentimiento.
.
Persona x: ¿Quien actualiza a las dos de la mañana?
Me: Oh, las dos de la mañana *actualiza* (?
Well, Feliz San Valentin adelantado \:v/!
*c va
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Los cuentos del conejo en la luna
FanfictionUna serie de OneShots y Drabbles centrados en la relación tanto romántica como fraternal de China y Japón. ¡Estos dos necesitan mas amor! «No soy dueña de ningún personaje, son creación del maravilloso Himaruya.» «La imagen de portada tampoco me per...