PARK JIMIN
Ya había pasado un tiempo desde que tuve ese encuentro con esos chicos, y desde que mi padre se fue de la casa, mi madre pudo encontrar un trabajo estable, y yo también pude encontrar un trabajo de medio tiempo en una cafetería cerca de la Universidad, por una vez nos salían las cosas como queríamos, no nos faltaba nada, y mi madre era feliz.
Al terminar mi turno, me fui directo a casa, para preparar la cena y esperar a mi madre, saque mi tarjeta para el autobús, me quede un rato en la parada hasta que paso, me subí, pague y me fui a los últimos asientos, había una niña sentada al lado mio, y su lado habían dos estudiantes un poco mas mayores que ella, y lo supe por el uniforme, los chicos venían molestando a la muchacha, se veía que ella estaba incomoda, no iba a permitir eso, así que le pedí amablemente que ella se sentara en la ventana, para yo sentarme al medio de ellos tres, al sentarme, agarre mi chamarra y se las puse en las piernas, y mire a los chicos, estos dejaron de sonreír, mientras el bus avanzaba, iba conversando con la chica, para que dejara de sentirse incomoda, me dijo que se bajaba en dos paraderos mas, a lo cual sonreí porque era donde yo también tenia que bajarme. Cuando el bus se detuvo, nos bajamos ambos, y los chicos de hace un momento también, venían riendo.
-Te acompañamos a tu casa -hablo uno de ellos mientras que el otro reía por lo bajo.
-No se preocupen, yo la llevare a su casa -les respondí.
-Sera mejor que no te interpongas anciano -uno de ellos me empujo.
Iba a golpearlo cuando un gruñido nos llamo la atención a todos, era el, sonreí leve, y volví a mirar a los chicos.
-Ya les dije que yo la llevare -le hice un gesto con la mano al lobo y este mostró los dientes para luego avanzar lentamente a ellos.
No dijeron nada mas y se fueron corriendo, no pude evitar reír, eran unos cobardes, le acaricie el pelaje por ayudarnos y comenzamos a caminar para acompañar a la muchacha a su casa, por suerte vivía a dos calles de la mía, la dejamos en la puerta y cuando ella entro nos fuimos a nuestra casa.
-Les sacaste un buen susto a esos mocosos -Reí leve.
Lo único que recibí fue un rugido de su parte, sonreí y negué con la cabeza. Al llegar a nuestra casa, saque las llaves y abrí la puerta, el animal comenzó a comportarse de manera extraña, estaba gruñendo y mirando la autopista central, se fue corriendo, no le tome importancia porque siempre hacia eso, tal vez vio una ardilla o a algún gato, al entrar vi a mi madre sentada en el sofá comiendo unas galletas, mientras veía su novela, al verme me sonrió, al igual que yo a ella.
-Pensé que ibas a salir tarde hoy -Deje mi mochila y me senté junto a ella- Descansare un momento e iré a preparar la cena ¿Cómo te fue hoy? -le pregunte mientras apoyaba mi cabeza en su hombro.
-Estuvo entretenido, hubo un señor que se fue a uno de los vestidores a probarse uno de los pantalones, y entre mis compañeros dijimos que no le iba a entrar porque esos eran pantalones de talla pequeña y le habíamos dicho, pero se los puso igual -soltó una carcajada- y resulta que cuando salió venia apenado porque el pantalón se le rajo en las piernas.
Se comenzó a reír fuertemente y yo con ella, pues su risa se me contagiaba, después de contarme esa historia nos fuimos ambos a la cocina a preparar la cena, ya que ambos estábamos hambrientos y ella no quería comer sin mi, la ayude a preparar las cosas, lave las cosas que estaban en el lavavajillas. Una vez que todo estaba listo nos sentamos a comer, cenamos entre risas y anécdotas de nuestros trabajos y de mis clases, también le había comentado el suceso que paso con la chica del autobús.