IV. Encerrados

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Rose se levantó temprano como cada mañana, le gustaba la paz que le brindaba el hecho de que todos los demás estuviesen dormidos, se puso de pie, se estiró y caminó al cuarto de baño, se dio una ducha, salió envuelta en su bata rosa y caminó hasta su baúl, hasta que un gruñido la hizo salir de sí misma, haciéndola recordar la compañía. Algo sonrojada se llevó su ropa al servicio vistiéndose rápidamente. Despacio y en silencio, observó con alegría que Albus seguía dormido, con cuidado apareció un poco de agua en la jarra de su habitación. La hizo flotar justo a donde estaba el ojiverde. James no era su Potter favorito, pero valía la pena desquitarse por irrumpir sin avisar en su habitación.

- ¿Al? –preguntó fuertemente algo alejada de la cama.

- ¿uhmm? –gruñó el chico adormilado.

-levántate. -exigió.

-no, es muy temprano. -lloriqueó el chico dándose media vuelta abrazando una almohada.

-levántate Albus. -insistió.

-tu eres la única loca que se levanta antes de que salga el sol. -replicó el muchacho.

-hoy no. -Rose sonrió.

Hizo un hechizo para enfriar el agua en la jarra e hizo que se vaciara el contenido sobre la cabeza del muchacho haciendo que se levantara rápidamente gruñendo.

- ¡oye! -Albus la miraba molesto, aunque en el interior trataba de contener la risa.

-te dije que te levantaras -comentó sin más Rose, mientras se anudaba la corbata.

-estás loca, ¿Qué hora es? -interrogó divertido, recargándose en el dosel de la cama observando a la chica y su perfecto uniforme moviéndose.

-las seis, y ya salió el sol Albus. -comentó la chica abriendo las cortinas.

- ¿por qué me odias? -preguntó el chico arqueando una ceja.

-tú le has roto el orgullo al mejor jugador de quidditch de mi casa, debía vengarme. -sonrió la castaña con malicia, haciendo que Albus soltara un par de carcajadas.

-trataré de creerte. -soltó divertido.

-solo vístete, debes irte antes de que alguien te vea salir de aquí. -rodó los ojos Rose.

-no creo que nadie se despierte hasta dentro de una hora...

- ¡por eso!

-ya... está bien... -objetó el Slytherin en busca de la camisa que estaba tirada en el suelo.

-date prisa... -rogó la castaña, aunque realmente estaba algo abochornada al ver a Albus sin camisa, y es que si bien, el quidditch hacia maravillas con casi todos los chicos, Al ni siquiera necesitaba montar en una escoba para tener un pecho torneado.

-ya me voy. -dijo él, mientras terminaba de ponerse la camisa, girando el picaporte. -no abre...

- ¿de qué hablas? –preocupó.

-no abre esta maldita puerta Rosie... -contestó él en tono ansioso, jalando y dándole vuelta a la manija.

- ¡no bromees conmigo Albus, si quieres seguir durmiendo hazlo en tu cuarto! -dijo molesta.

- ¡es enserio! Inténtalo tú. -el chico se dio la vuelta y miraba a Rose algo preocupado.

- ¿Cómo demonios no va a abrir Albus? - preguntó la chica, acercándose y tirando de la puerta. - ¡maldición! -gruño sacando la varita. - alohomora. -susurró sin que nada pasara.

Prohibido Prohibir (EDITANDO Y RE-SUBIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora